miércoles, 31 de diciembre de 2008

Calcio y vegetales


En estas fechas tan señaladas, lo que me pone es hablar de excesos alimentarios. Soy así de cabroncete. Muchos habréis visto ya el revelador documental 'Super size me', un interesante experimento ideado, dirigido y protagonizado por Morgan Spurlock en 2004, en el que se ponen al desnudo las vergüenzas de una sociedad sobrealimentada y malnutrida (que no desnutrida). Las reglas son sencillas: un mes alimentándose exclusivamente en McDonald’s sin renunciar ningún día a las tres comidas básicas, sin dejar de tomar al menos una vez en esos 30 días cada producto de la carta y sin rechazar la ración grande (menú ‘Super Size’) cuando el dependiente la ofrezca directamente.

Spurlock no esconde nada. Todos sabemos desde el primer minuto de metraje que los perjuicios de la comida rápida son un hecho más que contrastado. Entonces, ¿por qué has empleado el término revelador, Andrés? Dejaré que os conteste el propio narrador: “En 2002 unos cuantos americanos se hartaron de cargar con su exceso de peso e hicieron lo que mejor sabemos hacer: denunciar a los responsables (…) Algo inimaginable de pronto se había convertido en realidad: la gente demandaba a la gran M por venderle comida que la mayoría de nosotros sabe que no es buena para la salud”.

Lo que se cuestiona no es si los consumidores -concepto supremo que ha sustituido al de ciudadanos incluso en el paraíso del patriotismo- saben que las grandes cadenas les ofrecen productos con un valor nutricional desequilibrado, sino si son realmente conscientes de hasta qué punto este tipo de alimentos afecta no sólo a su figura sino a su salud general a todos (absolutamente todos) los niveles. En sólo 30 días, Spurlock pasa de 84 a 95 kgs., su colesterol aumenta 65 puntos, su nivel de grasa corporal pasa del 11 al 18%, su hígado se inflama y endurece (síndrome de hígado graso), su estado de ánimo se vuelve depresivo y su libido decae al mínimo (no abráis tanto los ojos, que esto último es casi lo de menos).

Aquí tú eres el King
Los más pequeños están expuestos al bombardeo publicitario sin haber sido provistos todavía de los mecanismos necesarios para filtrar los mensajes. Atención a la reflexión que recoge el documental: “Un niño americano medio ve por televisión 10.000 anuncios de alimentos al año, el 95% de los cuales es de cereales azucarados, refrescos, comidas rápidas y caramelos. Un padre que hace todas las comidas, todos los días, durante todo el año con su hijo transmite un mensaje nutricional muy potente, pero necesitaría a los personajes de dibujos animados y que Michael Jordan, en lugar de vender McDonald’s, vendiera naranjas, y Brittney Spears, en lugar de vender Pepsi, vendiera rábanos, lechuga o algo así, porque ese padre tendrá 1.000 ocasiones de transmitir mensajes a su hijo frente a las 10.000 de la industria alimentaria”.

Los datos de inversión publicitaria en medios directos de diferentes empresas y campañas a lo largo del año 2001 hablan por sí solos: McDonald´s, 1.400 millones de dólares; Pepsi, 1.000 millones; Hershey Foods (caramelos), 200 millones; campaña ‘Cinco frutas y verduras al día’, 2 millones de dólares.

Spurlock recoge testimonios tan elocuentes como el de una niña plantada ante un plato de patatas fritas y un vaso de leche, menú que describe como “calcio y vegetales”. Con un par. El último anuncio de McDonald´s, en el que el equipo perdedor de un partido de fútbol infantil se regocija en sus hamburguesas ante la desolación de los ganadores (a los que seguramente les espera alguna asquerosa fruta) se repite hasta la saciedad en todas las cadenas. Burguer King (“aquí tú eres el King”) manipula tanto el ansia de rebelión ante la autoridad paterna como el sentimiento de culpa de los padres, conscientes de que no dedican a sus hijos el tiempo necesario. Mientras tanto, las feministas siguen bloqueando campañas basadas en el uso del cuerpo como reclamo sexual. Supongo que es la prueba de que todos sabemos qué mensajes son realmente nocivos y perversos. ¿Verdad?

viernes, 19 de diciembre de 2008

Yo también puedo escribir una fábula feminista


Se detuvo Dios a contemplar el Mundo que había creado y le pareció tremendamente aburrido. Así que ideó la reproducción sexual porque, como una vez explicó a los inquisitivos ángeles, "siempre he preferido las composiciones con fichas de dominó al Ibertrén", que era otra forma de decir "quiero ver qué pasa" (lo cual no es lo mismo que saberlo de antemano). Decidió dotar a algunas de sus criaturas de caracteres sexuales distintos, de modo que del emparejamiento entre estos surgiesen seres genéticamente diferentes de sus progenitores.

Llevaba tiempo dándole vueltas al boceto del ser humano, así que eligió el primer individuo a 'cara o cruz' (en realidad lanzó una hoja a 'haz o envés') y salió hombre. Tomó el barro primigéneo en el que residían como un todo homogéneo los vicios y las virtudes y, al modelarlo, unos y otras fueron depositándose, aleatoriamente, en diferentes partes del cuerpo que iba tomando forma. Pensó que sería buena idea que la hembra, la mujer, llevase parte del hombre en su propio cuerpo, así que le arrancó a éste una costilla y volvió a meclzarla con el barro, convencido de que, de ese modo, crearía entre ambos un vínculo perenne. Y así Adán y Eva, en el mismo momento, tomaron conciencia de sí mismos y del entorno en el que vivían.

Sintió el Diablo curiosidad por ver en qué modo había afectado a las más recientes creaciones de Dios la diferente composición del barro con el que les había dado forma, así que decidió llevar a cabo una apuesta con el 'pantocrátor' (aunque sus allegados le llaman 'pan', no tanto por economía lingüística sino por considerarlo más ajustado a su esencia). Los detalles del reto no trascendieron, pero sí sus consecuencias.

Advirtió Dios a los humanos: "Podéis disfrutar de todo cuanto os ofrece el Paraíso, excepto de este manzano". El Diablo, por aquel entonces aún poco diestro en el arte de la seducción, creyó que la forma de serpiente sería la que mejor atraería el interés de Adán. Lo que no imaginaba era que éste, ante aquel animal de inequívoca forma fálica, sentiría herido (por comparación) su orgullo viril. Dicen las malas lenguas que, mientras regresaba junto a Eva, no dejaba de imaginarla gozando de aquellas extraordinarias dimensiones. Así se originó el primer caso de malos tratos de la historia.

Eva quedó inmediatamente prendada del encanto de la serpiente, no por su forma, sino por sus sensuales movimientos y su hipnótico silbido. "No puede pasarte nada por comer del manzano, Eva. Dios es amor, no ira. Es vida, no muerte. Es compasión, no egoísmo. Si comes la manzana, serás como Dios". Así que Eva fue en busca de Adán y, tras una larga conversación, decidieron comer a la vez y asumir juntos las consecuencias, positivas o negativas.

Pero cuando Dios apareció con su semblante más aterrador y les exigió una explicación por haber hecho caso omiso a su advertencia, Adán sintió pánico y elevó su índice acusador contra Eva: "Yo no quería hacerlo, fue ella quien me convenció". Dios acarició con suavidad la mejilla de la mujer, bendiciéndola así para siempre con el don de la Ternura. Después miró con dureza a Adán y le dijo: "Ahora sé que al quitarte la costilla te dejé sin el Valor. Espero que los hijos de tus hijos acaben recuperándolo. Pagarás con el sudor de tu frente esta ofensa a Eva". Y entonces se retiró musitando: "no soporto a los delatores".

*Imagen: 'Adam und Eva' (Adán y Eva), de Durero.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La más puta de todas las señoras


Cuando la conocí, me contentaba con observarla desde una distancia prudente, podría decirse que con cierto disimulo. Admiraba su sensualidad en los barrios rojos de las postales y las guías de viajes. Tenía la impresión de que ella me miraba desde el interior de la vitrina en la que permanecía enjaulada/resguardada, misteriosa y altanera como Daniela (Monica Bellucci) en ‘¿Cuánto me amas?’ (Combien tu m'aimes?).

Me esperaba para nuestra primera cita con una sonrisa discreta, pero no hizo ninguna excepción en el trato. Según las normas, acordamos un precio y pagué el servicio básico por adelantado. Los extras, siempre aparte. Yo era tan inocente que pensaba que habría sutilezas en los preliminares, pero pronto me vi literalmente fagocitado. Caí en la ilusión de que era yo quien la penetraba, sin darme cuenta de que, tanto en aquella ocasión como en cada una de las posteriores, quedaba más de ella en mí que de mí en ella.

Del Retiro a Chamartín, del Templo de Debod a la Puerta del Sol, de El Prado a Las Ventas, nos hemos amado a intervalos, pero poniendo en cada encuentro la clase de pasión que sólo puede expresarse en presente continuo. Que muere (como terminó anoche) al coger en la Estación Sur el autobús de regreso a Galicia. Que renacerá con la misma llama la próxima vez. Y la próxima. Y la próxima…

Madrid y yo vivimos en un permanente romance, pero ambos sabemos que nunca podrá desembocar en algo más serio (si es que hay algo más serio que un romance). Ella jamás dejará de ser, entre todas las ciudades de España, “la más puta de todas las señoras, la más señora de todas las putas” (que el maestro Sabina me disculpe los versos robados). Y yo, aunque a veces se me ponga el cuerpo un poco Chinaski, sigo teniendo -bajo doble llave, eso sí- el corazón de Werther.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Con las picas afiladas


No os dejéis llevar a engaño por su cara de bonachón. Que no os engatuse su retórica inmaculada o su saber enciclopédico. Evitad la empatía condescendiente cuando se mofe de sí mismo marcando la estrategia a seguir con su clásico “jugamos gordo-camiseta”, mientras tira de ésta al tiempo que bota un balón imaginario. Ante todo, tened siempre presente que el ego de Jorge prácticamente tiene derecho a voto propio y nunca sintáis lástima cuando vuelva a comprobar que, como una vez dijo Mario Iglesias (uno de los hombres más lúcidos que conozco), “no hay justicia en las relaciones humanas”.

Una vez hayáis tomado las medidas oportunas para desmitificarlo, podréis aproximaros a él con la certeza de que siempre que tenga que tomar una decisión optará por el camino más recto, es decir, el más directo, pero también el más justo y el menos reprochable. Jorge es el ejemplo viviente de que la firmeza de carácter no da buena imagen pública, sobre todo cuando se combina con un elevado nivel de exigencia para con el resto del mundo y, especialmente, para consigo mismo. Pero también es un seguro de vida cuando uno busca algo a lo que aferrarse. Su credo, su verdad y su guía son que el sol siempre sale por oriente y se pone por occidente.

Jorge todavía sigue reprochándole a la gente que actúe constantemente en contra de toda lógica racional. Se burla despiadadamente de argumentos como “lo sentí así” y “no lo puedo evitar, es mi carácter”. Os aseguro que se esfuerza, pero de momento sigue siendo incapaz de aceptar lo absurdo y por tanto, supongo, el sentido mismo de la vida (disculpad el arrebato nihilista). No obstante, encierra en sí mismo contradicciones como defender la ideología marxista e invertir en bolsa. Defiende la democracia al modo ateniense, pero cuando le menciono (medio en broma, medio en serio) la posibilidad del voto ponderado (en función de las aptitudes emocionales e intelectuales de cada individuo) su oposición se basa únicamente en el escepticismo respecto a encontrar un método legítimo para establecer el baremo.

El pasado martes cumplió 31 años y está harto de haberse pasado los tres últimos explicando que sus problemas no proceden de una baja autoestima, hipótesis reduccionista que obvia lo esencial: el único hándicap de Jorge es que no está dispuesto a conformarse con menos de lo que cree que le corresponde. Y está seguro de que no es poco. No sólo porque crea firmemente merecerlo, sino porque tiene fe ciega en que está a su alcance.

Es muy probable que el año próximo consiga al fin engrosar las filas de los trabajadores públicos. Es una suerte. Para las próximas generaciones, quiero decir. Hacen falta profesores como él. No sólo porque defienda la importancia de conocer la historia para no volver a repetir los errores del pasado, sino porque dará a sus alumnos las claves para ver, antes incluso de que suceda, cómo estos se repiten una y otra vez. Así, cuando descubran que quienes toman decisiones que les afectan no están más capacitados que ellos ni, sobre todo, tienen más sentido común, quizá comiencen a plantearse una revolución a la antigua usanza. Y en ese momento Jorge estará allí, con las picas afiladas.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Contra la violencia, educación


Pensaba dejar el tema para más adelante pero, tras tener la mala suerte de escuchar a María Teresa Campos pontificando sobre lo terrible de la "violencia de género" en su inconfundible estilo de diva sanchopancesca, creo que tengo que saldar cuanto antes una deuda pendiente con mi bilis.
Lo primero que me ofende es la expresión empleada para referirse a la violencia doméstica. Es ridículo que vengamos (nosotros, el pueblo: no olvidemos que los políticos son sólo brazos ejecutores) de reconocer a los homosexuales su derecho a casarse y continuemos, en cambio, dando por hecho que los malos tratos sólo ocurren en una dirección: de un hombre hacia una mujer. Y aunque así fuese, basta de eufemismos, por favor: las palabras tienen flexión de género, la condición orgánica que distingue a las personas se llama sexo.

Al margen de formalismos lingüísticos, cuyo interés reside únicamente en que revelan un problema general de prejuicios y pudores institucionalizados, el corazón de la cuestión queda casi siempre al margen del debate público. Lo que nos negamos a aceptar es que la violencia, sea del tipo que sea (siempre hablando de relaciones entre adultos), debe ser tratada antes mediante vacunas que recurriendo a remedios a posteriori que no son más que parches. Ahí entra en juego la educación, tanto en los hogares como en los centros de enseñanza. El verdadero germen del maltrato está en las familias y en los colegios, donde se perpetúa la asunción de roles diferenciados por razón de sexo (tradición cultural), sin que haya ninguna razón biológica de peso para ello.
Existe una faceta de la personalidad que tiende a ignorarse o que, en el mejor de los casos, queda relegada a un discreto segundo plano: la autoestima. Educar a un ser humano no es programar un ordenador. En las relaciones sentimentales, el amor propio desempeña un papel esencial, actuando como garante y salvaguardia de un sistema de interdependencia emocional, entendida ésta en su carácter de responsabilidad mutua, pero sin que cada individuo deba ceder su independencia. Al fin y al cabo, la violencia no es más que la verticalización extrema de un esquema de relaciones sociales.

Tanto el sumiso como el dominante manifiestan un déficit de autoestima, por lo que la responsabilidad es, en cierto modo, de ambos. Por eso no se habla sólo del perfil del matratador, sino también del perfil del maltratado. Obviamente, no es políticamente correcto otorgar a la víctima alguna culpa (con todas las connotaciones que la tradición cristiana le confiere al término). Que la víctima sea parcialmente culpable (causante de una determinada situación a través de su conducta) no quiere decir que sea condenable por ello, pero sí muestra una disfunción emocional que debería haber sido corregida previamente.
En el caso de quien ejerce la violencia, la disfunción es muy similar, aunque se manifieste de un modo opuesto. Es por ello, por el tipo de respuesta a su falta de autoestima/autocontrol, por lo que la terapia no es suficiente. Ha roto una norma de convivencia y debe pagar por ello. Pero lo que es más importante es garantizar en la medida de lo posible que no volverá a hacerlo. No es que haya que eliminar el castigo, es que además hay que trabajar en la reeducación del maltratador (no olvidemos que la finalidad principal de nuestro sistema jurídico es la reinserción). La restricción de libertades de dicho individuo estará, lógicamente, supeditada al éxito del proceso. No creo en una cadena perpetua, pero sí en una adaptación cívica vigilada permanente si es necesario.
Por supuesto, es evidente que hacen falta más medios para asegurar la protección de las víctimas, pero no nos dejemos arrastrar por el modelo estadounidense, que siempre resuelve los problemas con la clásica fórmula '+ policía, - libertad'. No se trata de inventar nada nuevo, sino de recordar el refranero popular: "más vale prevenir que curar". O, lo que es lo mismo, contra la violencia, educación.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Suerte


Mientras apuntaba en la ficha de anotación algún gol, tarjeta o exclusión del partido entre el Teucro y el Antequera de Liga Asobal de balonmano, noté la vibración que avisa de un nuevo mensaje en el móvil. Suelo llevarlo silenciado porque entre mis múltiples manías destaca un odio profundo e irracional hacia los tonos, politonos y gilitonos.
Sólo mi padre tiene el hábito de enviarme fotos como archivos adjuntos, pero es que además esperaba la buena nueva. Nuestra perra, Luna, había dado a luz a su segunda camada, y esta vez sí pensaban quedarse con uno de los cachorros. Hasta el domingo al mediodía no los llamé, y fue entonces cuando me enteré de que, como la primera vez, había engendrado cuatro peluches animados. Pero dos habían muerto. Por suerte, los otros sobrevivieron.
Cuentan que fue un parto complicado, tanto que hubo que recurrir a la cesárea. Uno salió ya sin vida, otro apenas aguantó unas horas. Los dos restantes, fuera de peligro, pero afectados de muy distinta manera por el parto. El macho, el primero en nacer, tiende a la modorra, y sospecho que será un poco como Platero, "tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos...". La hembra, en cambio, sufrió mucho más y vive en un permanente estado de agitación. Estrés postraumático, supongo.

Afortunadamente no lo recuerdo, claro, pero he escuchado tantas veces la historia que puedo llegar a sentir la angustia como si la viviera en el momento presente. Me refiero a mi nacimiento, que también debería haber sido por cesárea. El médico no lo consideró necesario y el precio de su decisión fue tener que recurrir, ya in extremis, a la ventosa (sí, el mecanismo es exactamente tan desagradable como parece) y, por supuesto, al bisturí sin demasiadas sutilezas.
Mi abuela me ha descrito cientos de veces la reacción de mi padre cuando me vio por primera vez: "Qué feo es", opinó el doble de Paul Newman, a lo que Luisa (mi 'mamá-bis') replicó que "un hijo nunca es feo". Aunque imagino que, ciertamente, aquella criatura con el cráneo abombado y la piel morada de la congestión no era precisamente la idea que uno se hacía de los recién nacidos viendo anuncios de pañales por la tele.
Dicen que he tenido mucha suerte, que podría haber muerto, o sufrido daños cerebrales irreparables. Tonterías. De los cachorros muertos nadie se acordará en cuestión de días, pero si yo no hubiese superado el parto, nada habría podido mitigar semejante dolor. Aquel 15 de enero quienes tuvieron verdadera fortuna fueron mis padres.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Infocomercial (4): Política, publicidad, bolsa.

(O tres grandes engaños piramidales)




Aprenda cómodamente y a su ritmo a

timar sin remordimiento alguno a

otros ingenuos, al igual que

nosotros lo acabamos de

timar ahora mismo

a usted

miércoles, 29 de octubre de 2008

Intimidad colectiva


Tengo el hábito lector tan hecho a los transportes colectivos que, poco a poco, esos momentos que antes detestaba en tanto tiempo derrochado en agotadoras transiciones vacías han devenido en algunos de los instantes de mayor sensación de plenitud de toda la semana.
Regresaba de Santiago a Pontevedra con el libro Sexo y temperamento -de Margaret Mead- todavía virgen sobre mis piernas. Me disponía a concentrar mis energías y mi aún dispersa atención en los preliminares: advertencia, introducción... Pero en el asiento posterior al mío una voz masculina de edad indeterminada e irritante tono agudo se esmeraba en mezclar conceptos como 'vulnerabilidad del ego' (Mead) y 'supresión de interinidades' (gilipollas anónimo).
Tardé cerca de 10 minutos en leer las dos primeras páginas, regresando una y otra vez sobre cada párrafo, incapaz de abstraerme a la fragmentada conversación que me llegaba desde atrás, debatiendo conmigo mismo la conveniencia de explicarle al pasajero irritante que, hablando así de alto, bien podría ahorrarse el coste de la llamada a cambio de sacar la cabeza por la ventanilla.
Un par de filas más atrás había ya quien apostillaba algunos de sus comentarios. "Ayer estaba a 1.05", decía el del teléfono en relación no sé si a la proporción dolar/euro o a cierto valor en bolsa. "1.07", matizaba otro anónimo que, curiosamente, me resultó ipso facto más simpático.
Al fondo del autobús (quiero decir a unos ocho metros de la conversación teléfonica) un hombre consideró que 20 interminables minutos eran el tope de su paciencia. Se levantó de su asiento, se aproximó al gilipollas anónimo y le dijo lo que imagino que muchos, como yo, llevábamos rumiando largo tiempo. "Amigo, que nos estamos enterando atrás. Habla un poco más bajo, coño".
Ciertamente los modos no fueron los más diplomáticos, pero no pude evitar solidarizarme en lo más hondo de mi corazón con el paladín del silencio. Más aún cuando escuché al abochornado defender su honor ante su interlocutor añadiendo alguna de esas consideraciones que uno codifica inmediatamente entre comillas: "parece que a alguien le 'molesta' que hable".
Supongo que el hecho de que su tono de voz se hiciese aún más agudo en ese momento acabó por despertar en mí los pocos impulsos homicidas que aún quedaban aletargados. Así que rebusqué en los bolsillos y encontré unas llaves. "Poca cosa, pero servirá, supongo", pensé. Las saqué, elegí una especialmente larga, me giré y abalanzándome sobre el gilipollas se la clavé en la tráquea.
Tendríais que haber visto su gesto desconcertado en ese momento. "¿Pero de qué te sorprendes?", le dijo la señora que estaba a mi lado, visiblemente aliviada por mi intervención. Los de las últimas filas se incorporaron un poco y se unieron en un estruendoso aplauso.
Qué lástima que tuviese que conformarme con imaginarlo.

jueves, 23 de octubre de 2008

El peso del vínculo


Antes incluso de que su hijo hubiese nacido, supo que había cometido el mayor error de su vida. Sintió vértigo cuando sostuvo en su regazo, por primera vez, aquel cuerpecillo que era la imagen misma de la Fragilidad, ligeramente deformado el cráneo, constreñido el gesto por el trauma del parto, herido por una sensibilidad que no había elegido y de la que ya nunca se desprendería.

Treinta y dos años, siete meses y cuatro días después, los cadáveres de ambos eran preparados para su confinamiento en nichos contiguos del cementerio. Los periódicos locales redujeron a banales esquelas lo que había sido el acontecimiento más trascendental del pueblo en toda su historia.

Al hijo lo encontraron suspendido de una rama del roble centenario que resguarda la iglesia parroquial. La violencia de la caída le había destrozado las vértebras, los músculos empezaban ya a distenderse para siempre, los párpados yacían levemente entreabiertos como último recuerdo de que el cuerpo había guardado alguna vez un alma en su interior.

El padre se había encargado de todos los trámites. Consoló a la madre, recibió con frialdad las condolencias de familiares lejanos de quienes no tenía noticias desde hacía mucho tiempo y coincidió con estos en que, efectivamente, era una pena que sólo se reuniesen en circunstancias tan sumamente tristes. Esa noche se murió tal y como había vivido, con dignidad y sin hacer ruido. Besó a su esposa en la frente -“gracias”- dijo, y cerró los ojos para no volver a abrirlos jamás.

Los vecinos hablaban con lástima del drama familiar. “Se murió de pena, el pobre”, decían forzando el llanto, y alababan desmesuradamente las virtudes de los difuntos.

El día en que apretó por primera vez contra su pecho a aquella criatura nacida para el dolor de vivir, el padre comprendió que no quedaba otra salida que el asesinato. Sintió pánico al imaginar todo el sufrimiento gratuito que aguardaba a ese ser inocente, pero no tuvo valor para acaba con su vida.

¿Cómo iban a imaginar los vecinos de aquel pequeño pueblo que el día en que el hijo fue hallado muerto le había dado al padre su único momento de paz en muchos años? Aquel a quien había condenado a la vida le daba, en una muestra de infinito amor, la anhelada oportunidad de morir. Después de tantos años, había comprendido al fin a su padre. “Te perdono”, dijo al precipitarse al vacío. “Gracias”, fue la respuesta.

domingo, 19 de octubre de 2008

Premonición


Sus amigas le dicen que tiene un sexto sentido, un don para anticiparse a lo que va a suceder. Ella asegura que ha heredado su intuición directamente de su madre y está convencida de que hay lazos invisibles entre todas las cosas del universo: “si alteras cualquier punto de la madeja, habrá cambios en todos los demás”. Su ‘don’ consistía en prever en qué modo se darían.
Él, en cambio, afirma confiar en lo que, con ánimo abiertamente provocador, llama “la intuición masculina, es decir, la estadística”. Por eso cuando en pleno viaje ella lo llamó sobresaltada en mitad de la noche, supuso enseguida que por su mente rondaba alguna turbia idea.
-¿Qué te pasa?
-Nada, sólo quería hablar contigo, saber si estabas bien…
-Ya, pero, ¿a estas horas?
-Es que no podía dormir, estaba preocupada.
-Dime la verdad, anda, ¿qué te pasa por la cabecita?
-Es que me da un poco de vergüenza… Ya sé que es una tontería, pero tuve la sensación de que te había pasado algo, un accidente o algo así. Siempre me pongo nerviosa cuando sé que estás viajando, pero esta vez sentí algo más. Es ridículo, pero me empecé a agobiar y necesitaba escuchar tu voz.
Él trató de tranquilizarla. Le dijo que todo iba bien, que no se preocupase y un número indeterminado de etcéteras de manual básico anti-pánico. Por supuesto, no creía en las premoniciones, en tanto que quienes decían haberlas vivido siempre lo hacían a posteriori, nunca antes del suceso en cuestión.
Lo que no sabía ni llegó a imaginar nunca (ni siquiera cuando 15 minutos más tarde el autobús se detuvo para hacer un cambio de conductor) era que él no había sido el único al que el tono de su teléfono móvil había sacado de un incipiente estado de somnolencia. La llamada puso en alerta al primer chófer, que hasta entonces no era consciente de su déficit de consciencia (claro), y la estadística volvió a apuntarse un tanto que no le pertenecía.

lunes, 13 de octubre de 2008

La magia del libre mercado lo equilibra todo... (...o no) - por Jorge Abel


Esta afirmación ha dominado el mundo occidental desde que se le ocurrió popularizarla a Adam Smith en su libro La Riqueza de las Naciones (An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations) de 1776. Smith tuvo la idea de que la riqueza de las naciones venía del trabajo, mejor dicho, de la producción de unos bienes que se comercializaban y de que el precio que por esos bienes se pagase en el mercado libre. El mercado tenía altibajos, pero siempre se acababa adecuando al valor útil de las cosas (vamos, que lo que sirve se vende y lo que no… pues no). Eso hacía que las empresas que producían cosas útiles y a bajo coste acababan vendiendo su producto por más de lo que había costado, dejando un beneficio al empresario, que pagaba a su vez los sueldos, el coste de las materias primas y del transporte.

Para Adam Smith y sus discípulos librecambistas (querían abolir las aduanas, lo que hoy en día hemos llamado globalizar) el mercado libre haría que cada uno produjese lo que se le daba bien. Con ello mejoraría la economía de todos los países y la utilización de los recursos en cada uno de ellos. Creía en que lo que no funciona se hunde.

Tiempo más tarde -tras la Primera Guerra Mundial-, Alemania, Francia y Gran Bretaña le debían mucho dinero a EEUU por los terribles costes de la guerra. Este hecho unió sus destinos económicos y, cuando las cosas fueron mal dadas en la superpotencia americana, la crisis cruzó el charco a toda velocidad. Durante el crack de 1929, un arruinado banco americano (que había dado más dinero del que podía para que la gente invirtiera en la bolsa, ¿os suena?) le pidió dinero a los bancos europeos a los que les había prestado durante la guerra, arrastrando a todo el mundo en su caída.

Tras la crisis de 1929, a todos los gobernantes del mundo les quedó clarísimo que el libre mercado ha de tener unos controles y unos contrapesos. Este es el momento en el que surgen ideas como la de que el estado ha de tener más presencia a la hora de garantizar que los bancos tengan dinero en la caja antes de seguir prestando a lo loco, o que el estado ha de cobrar impuestos para poder hacer políticas de gasto que fomenten el empleo y que saquen al país de la depresión (New Deal y keynesianismo).

Está claro que el proceso económico libre sufre unas subidas y unas recesiones acusadas, a nadie se le escapa que es una cuestión de ciclos. En este fin de milenio, con la globalización, se estaba especulando sobre la posibilidad del fin de los ciclos, pero eso ya se hacía meses antes del crack del 29 y mirad lo que pasó. El orgullo extremo del libre mercado lo lleva a apartarse de la memoria histórica una y otra vez, sólo para darse cuenta, de nuevo, de que es un Ícaro preso de la fuerza gravitatoria de la realidad. Los movimientos económicos suaves no provocan más que leves ajustes en la vida de las personas, pero los movimientos fuertes provocan reacciones acusadas, como, en su momento, las dictaduras fascistas.

La presencia del estado para redondear los picos de esas gráficas económicas es imprescindible. Hemos vivido en un período de loca privatización, de gasto estatal cercenado y de bajada de impuestos. Al final, la crisis ha llegado y nos coge con un estado débil, mal financiado, con su hacienda partida en 17 autonomías celosas y caóticas y con todo el dinero ya comprometido en ridículos planes. Toca subir los impuestos, toca que los ricos se aprieten el cinturón para que el estado tenga posibilidades reales de poner en marcha líneas de crédito estatal (usar el I.C.O., ¡Qué no estoy inventando nada nuevo!) ya que los bancos no son de fiar (las personas que dan los créditos reciben comisiones por concederlos y no castigos porque estos no se acaben pagando, ¿qué iban a hacer si no?).

Las empresas que han estado mostrando beneficios récord no han guardado nada. Según el pensamiento de Adam Smith, alguna se tendrá que hundir, pero resulta que eso acaba llevando a tal retraimiento del consumo que arrastrará en su caída a algunas empresas que sí funcionarían en condiciones normales. El estado ha de estar dispuesto y con opciones de intervenir para ayudar a la gente a que pueda ganarse la vida y pagar sus créditos. Esa es su función.

Hay que prestar la máxima atención a estos momentos de crisis, porque habrá quién quiera seguir saqueando el cadáver. Por ejemplo, se habla de facilitar el despido. Si se liberaliza el despido, ¿qué va a pasar? Más parados nunca se ha visto que aumenten el consumo. ¿A las empresas se las salvará? No, sólo se les permitirá marcharse a Singapur o a Filipinas con menos pérdidas. Este es un momento para encarecer el despido, no para abaratarlo; para cobrar más impuestos, no para cobrar menos; para que el estado se haga más grande, no para reducirlo. Y Esperanza Aguirre privatizando hospitales... Hay que leer más y ganar menos.

*Ilustración: Miguel Brieva

lunes, 6 de octubre de 2008

Sexo (4): Esos pequeños detalles


Uno de los peligros de la autoconsciencia es que, cíclicamente, el tic tac de la rutina se detiene por un instante, se enciende una desagradable luz de clarividencia y uno se descubre a sí mismo en la situación más ridícula: buscando pelusas en el ombligo propio, extirpando puntos negros de la espalda ajena o, lo que es más patético, rellenando el test 'Conoce tu personalidad sexual' en una revista de 'tendencias' (bonito eufemismo).
Así fue cómo Rafa reflexionó por primera vez acerca de su postura favorita para cohabitar, no sin antes, eso sí, consultar el Pequeño Larousse Ilustrado. Creo incluso que, despejada la duda, asimiló inmediatamente que el término pertenecía en exclusiva a la jerga lírica, pero no de esa poesía que uno lee cuando necesita sacudirse la banalidad, sino –incluso al contrario- de esa que, como los pijamas (preguntad a Luis Piedrahita), parece creada no para consumo propio sino, expresamente, para ser regalada.
Disculpad su ingenuidad. Estoy seguro de que todos sabéis que hasta los poetas que riman razón con corazón eligen otros sinónimos. Aunque el resultado no siempre es menos bochornoso, dicho sea de paso.
Doggy style. Sí, claro, me refiero a la postura. La del perrito, para los que no tengáis corrompida el área del lenguaje por el porno en internet. Resulta que a Rafa le gusta follar a cuatro patas más que de ninguna otra manera, o al menos esa fue la casilla que marcó distraídamente mientras buscaba ya con la mirada la siguiente pregunta.

Matiz
Laura vaciló un poco cuando el tema surgió durante la pausa para el café de las 11.30. Lo primero, por supuesto, fue exigir los matices oportunos. "No, no, es que no es lo mismo lo que me enciende, lo que me calienta o lo que hace que me corra; y también hay una gran diferencia entre correrse antes y correrse mejor". El sanedrín deliberó un rato y dictaminó que la respuesta se referiría a la forma más placentera sin más, independientemente de si ello significaba un clímax eterno o un orgasmo devastador.
Sus compañeras, en realidad, no habrían modificado su opinión en función de este matiz; en cuanto a Laura, siguió (como era previsible) sin ver clara la manera de establecer una comparación justa. Lo único que queda claro, por tanto, es que los matices sólo causan distracción e incomodidad en los pragmáticos y confusión e insatisfacción en los meditativos. Por eso, por su inutilidad, es por lo que son imprescindibles.
Estaba a un paso de afirmar que prefería tumbarse sobre su espalda y masturbarse mientras su partenaire, arrodillado, le sostenía las piernas a media altura. Si Laura siguió dejando cocerse la respuesta un poco más no fue, como quizá cabría suponer, por temor a ser considerada convencional, con todos los matices que ello conlleva; sencillamente, las palabras estallaron en su boca inconteniblemente: "A cuatro patas".

Perspectiva
Rafa llevaba todo el día dando vueltas a la cuestión y, a la salida de las oficinas, solicitó la opinión de Jesús, el guardia de seguridad, quien, tras entornar levemente los ojos, declaró con aire de filósofo presocrático: “Depende, habría que matizar…”.
Tras una breve conversación, Rafa siguió masticando sus dudas de camino a su apartamento (perfectamente consciente –no lo subestimemos- de la escasa trascendencia de la materia en cuestión). Jesús, finalmente, se había decantado por situarse de pie, con su pareja recostada sobre una mesa o similar. Añadió que, más que por las sensaciones táctiles, incluso más allá de la perspectiva visual (a la que atribuyó una relevancia fundamental), la clave estaba en que de ese modo era como más entregada la sentía a ella. Por supuesto, lo que quería decir es que así encumbraba su propia virilidad. Jesús, en realidad, follaba consigo mismo y para sí mismo. Como los demás, pero con plena consciencia.
En realidad, pensaba Rafa, su postura predilecta no era a cuatro patas. Sin embargo, adoraba esos ligeros surcos en la zona lumbar de algunas mujeres y el arco que forma la espalda femenina cuando los glúteos se elevan y el vientre desciende. La lordosis excesiva era su fetiche, tal vez susceptible de ser tildado de sádico o machista, pero no más que el de los tacones altos, los corsés o la copa E. Le gustaba, además, la ilusión óptica que creaba aquella perspectiva, incrementando visualmente la desproporción entre el perímetro de la cadera y el de la cintura. Miles de años de evolución para esto.

Carnívoros
Las pequeñas arrugas oblicuas que a Rafa se le forman sobre la nariz cuando la parte más primitiva de su cerebro asume por completo el mando son la auténtica perdición de Laura. Trató de evocarlo mientras subía en el ascensor. Recordaba cómo, en los momentos previos al orgasmo, los ojos de Rafa parecían hundirse aún más en sus cuencas, oscureciendo por completo sus facciones; después, su labio superior se elevaba de manera casi imperceptible, lo suficiente para que sus colmillos emergiesen desafiantes, preparados para hundirse en su cuello y desgarrarle la carne. La idea de que él podría acabar con su vida en un instante le proporcionaba una excitación tan inconfesable como (en consecuencia) incorruptible.
Durante la cena, Laura y Rafa comentaron las noticias de actualidad. Coincidieron en su visión de las elecciones a la presidencia de Estados Unidos y discreparon sobre las soluciones a la crisis financiera, aunque Rafa acabó admitiendo que sólo le llevaba la contraria porque le encantaba ver su gesto contrariado: enarcada la ceja derecha, el labio superior ligeramente apoyado sobre el inferior, las mejillas amenazando enterrarse bajo los pómulos... Ella afirmó que era un capullo y él opuso que eso era, precisamente, lo que la ponía cachonda.
Apenas una hora más tarde, Rafa y Laura yacían el uno junto al otro, desnudos y exhaustos, más ajenos que nunca a sus cuerpos, leves como aquel fugaz instante de pre-duermevela, como la pasión, como el dolor y la muerte, como la misma vida.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Adiós al 'David' moderno


De la serie 'De mayor quiero ser, publicado en http://www.fotolog.com/andresrivas.

No, no es el David de Miguel Ángel, aunque, ciertamente, el parecido es innegable. Guapo a rabiar, Paul Newman fue desde joven esclavo de su priviliegiada presencia física, lo que propició que, aunque su intención original cuando ingresó en el Actor´s Studio era la de convertirse en director, acabase delante y no detrás de las cámaras, para regocijo de al menos tres generaciones de mujeres de todo el mundo. Y de hombres, claro.
Aunque a lo largo de su carrera acumuló ocho nominaciones al Oscar, sólo recogió uno, como mejor actor, por su papel en 'El color del dinero', película en la que su magnetismo impregnaba incluso al insulso Tom Cruise, que daba muestras de que, siempre y cuando se limitase a interpretarse a sí mismo (en Magnolia llega a la cumbre de sus posibilidades como actor), sería un producto más que aprovechable para el cine.
No puedo por menos que rendir este pequeño homenaje a un acaparador de talento, capaz de encarnar de forma sobrecogedora al personaje de Brick Pollitt -qué cachondo Tennesse Williams escogiendo los nombres- en 'La gata sobre el tejado de zinc (caliente)' y, lejos de los estudios, subirse a un Porsche 935 (no viene a cuento, pero recuerdo que fue mi primer coche de Scalextric) y acabar segundo en las 24 Horas de Le Mans. Ah, ¿he mencionado que además era guapo a rabiar?

*Paul Newman falleció hoy sábado, 27 de septiembre de 2008, en su casa, a los 83 años de edad tras una larga convalecencia, aquejado de cáncer de pulmón. El actor estadounidense había abandonado el hospital hace un mes y medio para pasar sus últimas semanas de vida junto a su familia.

jueves, 25 de septiembre de 2008

La llamada de Cthulhu



De la serie 'Malos con carisma', publicado en http://www.
fotolog.com/
andresrivas

Cthulhu es un dios primigeneo nacido de la (enferma) mente de H.P. Lovecraft. Es prácticamente invulnerable y todopoderoso, feo como pegarle a un padre con un calcetín sucio y con eso que los angloparlantes llaman 'bad attitude'. Aún así, en el universo creado por el autor estadounidense, cuenta con un importante número de adoradores humanos. No sé si llamarle exactamente carisma, pero es indudable que tiene capacidad de arrastre el cabronazo.

martes, 23 de septiembre de 2008

La belleza perenne



De la serie 'Mitos eróticos', publicado en http://www.
fotolog.com/
andresrivas

No me las daré de entendido: la filmografía de Emmanuelle Beart me es absolutamente desconocida, a excepción de un par de títulos relativamente recientes como Nathalie X y Ocho mujeres. Pero, al fin y al cabo, ¿esta sección no va de mitos eróticos? Pues eso, al lío.
Emma (dejadme la ilusión de la familiaridad) es, a sus 43 años, paradigma de esa belleza sosegada y cálida a la vez que deja en quien la observa detenidamente la sensación de lo perenne, lo que no puede corromperse jamás. Diría que es la Bellucci (44 años) francesa, pero seguramente estaría siendo injusto con ambas.
En un mundo, el del espectáculo, que parece querer afianzar un modelo estético basado única y exclusivamente en la juventud, el sólido atractivo de mujeres como Emmanuelle Beart es, (¿)paradójicamente(?) un soplo de aire fresco.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Cerdos y diamantes



De la serie 'D-cine', publicado en en http://www.fotolog.
com/andresrivas

Aparte de salir con Madonna y 'hacerle' un engendro como Barridos por la marea, directo al hit parade histórico de los premios Razzies, Guy Ritchie demostró en su momento que tiene el talento necesario para realizar películas tan míticas como Lock, stock and two smoking barrels (conocida simplemente como Lock & stock) o Snatch (en España, distribuida con el subtítulo 'Cerdos y diamantes').
Aunque el protagonista de la cinta es Jason Statham (en el papel de Turco), el resto de personajes destilan carisma por los cuatro costados, lo que sin duda es una prueba del buen trabajo tanto de guion como de dirección. Profesionales de la violencia como Boris 'el Esquiva-Balas', Tony 'Dientes de Bala' o Franky 'Cuatro Dedos' se enfrentan entre sí en una historia delirante para recuperar unos diamantes robados que se han extraviado.
Mención aparte merece el gitano Mickey O'Neil, interpretado por Brad Pitt en uno de sus papeles más gloriosos. Mención aparte por el peso que su personaje adquiere, en buena medida gracias a su excelente actuación, y también porque vale la pena recordar que el señor Pitt es mucho más que el guapito-de-cara esposo de la Jolie.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Las piernas más caras del mundo



De la serie 'Mitos eróticos', publicado en http://www.fotolog.com/andresrivas

A muchos os sonará a chino el nombre de Tula Ellice Finklea (yo el primero, antes de documentarme, vamos). Si os digo que esta belleza texana, excepcionalmente dotada para el baile, pasó a la posteridad con el nombre artístico de Cyd, al que posteriormente añadió el apellido de su primer esposo, Nico Charisse, ya vamos ubicándonos, ¿verdad?
Cyd Charisse marcó una época participando en los más famosos musicales de la edad dorada de Hollywood, junto a estrellas de la talla de Fred Astaire o Gene Kelly. Salta a la vista, además de por su biografía, cuál era su mayor activo: sus piernas; tanto que en 1952 firmó un seguro por valor de 5 millones de dólares para protegerlas, lo que el Libro Guiness calificó en 2001 como un récord mundial.
Recientemente fallecida (18 de junio de 2008), al margen de su indudable talento (si es que se puede apartar el carisma del atractivo), mis hormonas me exigen que la destaque como uno de los mitos eróticos del siglo XX.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Primero controla tu mente...

(De la serie 'D-cine', en http://www.fotolog.com/andresrivas) Videodrome (David Cronenberg, 1983) es, probablemente, una de las más profundas reflexiones cinematográficas acerca de los peligros de la búsqueda constante del ser humano de estímulos sensoriales cada vez más intensos. Adquiere, pues, un papel central el fenómeno de la tolerancia (necesidad de incrementar la dosis de un fármaco o droga para lograr los mismos efectos que inicialmente se conseguían con cantidades menores). Max Renn (James Woods) es el director de programación de una pequeña cadena de televisión que, para sobrevivir en un mercado que tiende a la saturación, ofrece a su audiencia "lo que no pueden conseguir en ninguna otra parte", es decir, estímulos cada vez más fuertes, esencialmente de carácter violento, sexual o ambos. Su vida da un vuelco cuando descubre Videodrome, una misteriosa emisión con capacidad psicoativa: altera la percepción sensorial y la conciencia. Desde el momento en que se expone a los efectos de Videodrome, comienza para Max una carrera contra reloj frente a un proceso irreversible de corrupción, lo que en el lenguaje de Cronenberg queda libre de prejuicios morales para convertirse, prácticamente, en sinónimo de evolución. Para el director canadiense, además, esta corrupción actúa a un doble nivel: "primero controla tu mente, luego destruye tu cuerpo". El progreso científico y sus enormes posibilidades para transformar rápidamente no sólo el entorno sino al ser humano mismo es el eje vertebrador de la filmografía de David Cronenberg, de la cual Videodrome es, a un tiempo, síntesis y punto de partida hacia un nuevo enfoque de la realidad.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Especialista Mike


(De la serie 'Malos con carisma', publicado en http://www.fotolog.com/andresrivas)

Tarantino tiene un feeling especial con un cierto tipo de actor (algo que en gran medida comparte con su colega Robert Rodríguez), que normalmente identificamos con viejas glorias venidas a menos, como fue el caso de David Carradine en Kill Bill o, más recientemente, nuestro malo de hoy, Especialista Mike, al que da vida Kurt Russell en Death Proof.
Hay dos características esenciales para que un malo maloso pase a ser, además, un malo legendario. La primera es una inteligencia portentosa (Jocker, Lecter, etc.) y, sin duda, no es el punto fuerte del 'bueno' de Mike, quien exuda, sin embargo, litros de la segunda condición: está como unas maracas.
Lo malo de los locos y de los tontos (si reúnen los dos requisitos, más que sumarse se multiplican) es que cuando uno se sitúa en su punto de mira sólo puede apartarse por tres vías: por puro azar, muriendo o matando. Así que cuando empezamos a entender el funcionamiento del (¿)cerebro(?) de 'Stuntman' Mike ya sabemos que la tendencia natural de los acontecimientos es a acabar como el rosario de la aurora. ¡Y cómo nos gusta eso, eh, Quentin!

sábado, 30 de agosto de 2008

Se non è vero... (1): ¡Oh, Dios mío!


Vaya por delante que normalmente procuro no perpetuar los 'forwards' que me llegan al correo, pero hay algunos relatos -muy pocos en realidad- que me siento obligado a divulgar. De este modo inauguro la sección 'se non è vero...(è ben trovato)', con una supuesta respuesta de examen de un alumno de la Universidad de Córdoba en un examen de química. Reproduzco (casi) literalmente el texto del correo:

"El Papa advierte durante una misa que mucha gente se arriesga a una 'condena eterna'"
EFE - Roma - 27/03/2007
Según ha dicho el papa Benedicto XVI durante una misa celebrada el pasado fin de semana en la Iglesia Santa Felicidad e Hijos Mártires de Roma (...), en el mundo moderno mucha gente, incluidos algunos creyentes, se han olvidado que si no "admiten la culpa y la promesa de no volver a pecar", se arriesgan a una "condena eterna, el Infierno". Un infierno "del que se habla poco en este tiempo".

Exámen Universitario
Ante esta noticia tan relevante para la vida de la población se produce el siguiente acontecimiento:
La siguiente pregunta fue hecha en un examen cuatrimestral de química en la Universidad de Cordoba. La respuesta de uno de los estudiantes fue tan 'profunda', que el profesor quiso compartirla con sus colegas, vía internet, razón por la cual podemos todos disfrutar de ella.
Pregunta: ¿Es el Infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?
La mayoría de estudiantes escribió sus comentarios sobre la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando se expande y se calienta cuando se comprime). Un estudiante, sin embargo, escribió lo siguiente:
"En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa del Infierno varía con el tiempo. Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el Infierno y a qué ritmo salen. Tengo sin embargo entendido que, una vez dentro del Infierno, las almas ya no salen de él. Por lo tanto, no se producen salidas.
En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones. La mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al Infierno. Dado que hay más de una religión que así se expresa y, dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir que todas las almas van al Infierno. Con las tasas de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el número de almas en el Infierno crece de forma exponencial.

Veamos ahora cómo varía el volumen del Infierno.
Según la Ley de Boyle, para que la temperatura y la presión del Infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas.
Hay dos posibilidades:
1. Si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre.
2. Si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la de la entrada de almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el Infierno se congele.
¿Cuál posibilidad es la verdadera?
Si aceptamos como postulado lo que me dijo Teresa en mi primer año de carrera: ("hará frío en el Infierno antes de que me acueste contigo") y, teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer por la noche, la posibilidad número 2 es la verdadera. Doy por tanto como cierto que el Infierno es exotérmico y que ya está congelado.El corolario de esta teoría es que, dado que el Infierno ya está congelado, ya no acepta más almas y está, por tanto, extinguido... dejando al Cielo como única prueba de la existencia de un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Teresa no paraba de gritar "¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío!"

El estudiante fue clasificado con 'excelente'.

lunes, 25 de agosto de 2008

No es un adiós, es un hasta Londres (2012)


He echado cuentas y creo que tocamos a una medalla por cada 8.500 cangueses, aproximadamente, después del extraordinario papel en los Juegos de dos de los deportistas más grandes que ha dado nuestra villa, David Cal y Carlos Pérez ‘Perucho’. Bromas aparte, la representación gallega ha estado de 10 en la cita olímpica, con dos oros (piragüismo K-2 –Pérez y Craviotto- y vela Clase Tornado –Paz y Echávarri-) y dos platas (por cuenta del fenómeno Cal).
Matrícula de honor en ambición para el tetramedallista olímpico (con sólo 25 años), un deportista que se vuelve encabronado de Pekín después de subirse al podio en dos pruebas, siendo el único palista del mundo que ha sido competitivo tanto en 1.000 como en 500 metros. Más llamativo aún es el caso de su vecino Perucho, quien estuvo a punto de quedarse en casa, ya que la Federación Española de Piragüismo tuvo que elegir entre el K-2 que forma con Saúl Craviotto o el de Javier Hernanz y Diego Cosgaya. Aplausos, pues, para una decisión que ha valido, literalmente, su peso en oro.
La cruz de la moneda ha sido la mayúscula decepción de Javi Gómez Noya, que ‘sólo’ pudo ser cuarto en triatlón. El ferrolano partía como uno de los máximos aspirantes al triunfo después de imponerse tanto en la Copa del Mundo como en el Campeonato del Mundo, pero un gel que le sentó mal en el avituallamiento le impidió marcar su ritmo y finalmente se quedó a las puertas del podio. Tras él llegó Iván Raña, otro ex campeón que nunca pudo ratificar su gran nivel con una medalla olímpica.

El atletismo, inédito por primera vez desde Seúl 1988

Calcular 12 posibilidades de podio y quedarse finalmente en ninguna sólo tiene un nombre: fiasco. José María Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo, puede buscar ahora las excusas que quiera (la tiranía del fútbol es una de mis favoritas), pero mejor le iría al deporte que dice defender si en lugar de lamentos propusiese soluciones. Pese al chasco, yo salvaría la actuación de Marta Domínguez, que tuvo verdadera mala suerte en los 3.000 obstáculos, pero ha demostrado sobradamente que da la cara en las grandes citas; y también, cómo no, la de García Bragado, que con casi 40 años luchó hasta el final por el tercer puesto en los 50 kilómetros marcha.
Aunque no pudo evitar el berrinche de ‘si-no-fuera-por’, Odriozola sí tuvo valor para criticar el pobre espíritu ganador de los atletas españoles. Los casos del discóbolo Mario Pestano y el marchador Paquillo Fernández ejemplifican, a cual mejor, las carencias de toda la selección. El primero llegaba con una de las mejores marcas mundiales del año y no fue capaz de meterse en la final; lo del granadino es aún peor, pues venía de batir el record mundial apenas un mes antes. Falta de competitividad, errores en la planificación de los entrenamientos… en fin, un desastre sin paliativos.

Alma de campeón

Si el atletismo y, en menor medida, la natación (las expectativas no eran ya nada alentadoras) nos dejaron helados, también hubo deportistas que dieron la talla, incluso por encima de los pronósticos. El ciclismo, con cuatro medallas (ovación para el veterano Llaneras, aplausos para Samuel Sánchez y Leire Olaberria), redondeó un gran año tras las victorias de Contador en el Giro y de Sastre en el Tour. Tampoco falló el tenis, que aportó dos preseas más: la plata de Vivi Ruano y Anabel Medina y el oro –no podía ser de otro modo- de Rafa Nadal, número uno de la ATP tras destronar al ‘genio’ Federer. Los deportes náuticos, con los metales ya citados en piragüismo y vela (donde a Iker Martínez y Xabi Fernández les robaron un oro indiscutible), así como las dos platas en natación sincronizada (por equipos y en el dúo de Gemma Mengual y Andrea Fuentes), completan la tríada gloriosa del deporte español en Pekín 2008.
Tampoco falló Gervasio Deferr, cuya medalla de plata quizá habría tenido otro color de haberse celebrado los Juegos en cualquier otro país (el oro fue para el también campeón en barra Zuo Kai); el barcelonés ha hecho historia al subirse al podio por terceros Juegos consecutivos, esta vez sí en su prueba favorita. Otra gimnasta, Almudena Cid, se convirtió en la primera de la historia en disputar cuatro finales olímpicas. Más sorprendente, si cabe, fue el bronce de José Luis Abajo en espada, que supone, paradójicamente, el primer metal de la historia en esgrima para el país que inventó este deporte.

Tres equipos inolvidables

Conseguir que toda España tenga la sensación de haber perdido un oro en lugar de ganar una plata tras caer en la final ante un combinado de auténticas superestrellas es un mérito que ya nadie podrá quitarle a la selección de baloncesto, la ya famosa ÑBA. Ricky, Rudy, Pau y compañía plantaron cara a indiscutibles 'all stars' de la talla de Lebron James, Kobe Bryant y Dwyane Wade. En una de las mejores finales olímpicas de la historia, los españoles, aun perdiendo, se hicieron merecedores de un pedacito de cielo, al lado de la Unión Soviética que en 1988 se pasó por la piedra a los gallitos yankees, dejándolos fuera en semifinales.
Peor sabor de boca se llevan los chicos del hockey hierba, que se plantaron en la final a base de remontadas épicas in extremis, pero fueron incapaces de echar abajo el muro defensivo de Alemania. Los germanos, con un juego más bien rácano, se adelantaron en el marcador y echaron el cerrojo; es lo que los españoles consideramos un triunfo cobarde, mientras italianos y argentinos nos miran con extrañeza porque en su casa siempre se ha jugado así y asumen que hay que ser muy tonto para arriesgarse a perder lo que ya se tiene ganado.
En la lucha por el oro debería haber estado la selección de balonmano, que tras una semifinal nefasta con derrota ante la mediocre Islandia sacó lo mejor de sí misma para ganar en el encuentro por el tercer y cuarto puesto a la anterior campeona olímpica, Croacia. Los hombres de Pastor alternaron partidos en los que el nivel defensivo rozaba el bochorno (pero lo rozaba por la parte de fuera) con momentos brillantes como las segundas partes frente a coreanos y croatas. Se despide del combinado nacional el gran David Barrufet y, conscientes de que poco le queda a su homólogo Joseja Hombrados, los aficionados esperamos como agua de mayo un relevo generacional que no termina de fraguar. Suerte que Sterbik ya es seleccionable, al igual que el primera línea Rutenka, que podría recoger el testigo del mítico Talant Dujshebaev.

Vinieron del espacio exterior

No son españoles pero nos han hecho vibrar igualmente con sus proezas extraterrestres. Usain Bolt (campeón y plusmarquista mundial en 100, 200 y 4x100), Michael Phelps (record de oros en unos juegos, con ocho, y en total, con 14), Kenenisa Bekele (oro en 5.000 y 10.000) y Yelena Isinbayeva (oro y nuevo R.M. en pértiga con un salto de 5.05) han sido probablemente los nombres propios que con más fuerza han sonado en la cita asiática. Mención especial para la rusa voladora, que en una época en la que el deporte femenino anda escaso de proyección mediática es ya todo un mito tras batir por vigésima cuarta vez su propia plusmarca universal.
Si los Juegos de 1952 fueron los de Emil Zatopek (oro en 5.000, 10.000 y maratón), los de 1972 fueron los de Mark Spitz (siete oros en natación) y los de 1976 los de Nadia Comaneci (primer 10 en la historia de la gimnasia artística), a los de 2008 les sobran los motivos para ser recordados más como los de Bolt y Phelps que como los de Pekín, por mucha niña cantando en play back y muchos fuegos artificiales de ordenador que se haya currado la organización del gigante asiático.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Podéis llamarle genio


Baltimore (City) es una localidad estadounidense, la mayor del estado de Maryland, con una población similar a la de Zaragoza (y en descenso). Ubicada en la Costa Este, entre Washington D.C. y Nueva York, es, según dicen, la ‘ciudad del encanto’, además de una de las más antiguas de Estados Unidos. En las guías turísticas nos venden su personalidad histórica, su afamada gastronomía y su rica herencia étnica y marítima. Pero sobre todo, desde hoy, 13 de agosto de 2008, Baltimore es el lugar que vio nacer hace poco más de 23 años al deportista más laureado de los Juegos Olímpicos de la era moderna.

Michael Phelps llegó a Pekín con una idea clara: superar el récord de medallas de oro en unos Juegos que (aún) ostenta Mark Spitz, ese californiano que con 22 años maravilló al mundo logrando siete preseas áureas en Munich ’72. Phelps heredó de su compatriota el apodo ‘Shark’ y un talento sobrehumano para la natación, que ya en Atenas 2004 (con 19 años) le permitió alcanzar la victoria en nada menos que seis pruebas. Desde entonces ha dominado con mano de hierro todas las competiciones, con la mente puesta en los Juegos de 2008, en los que le esperaba una cita con la historia.

La pasada madrugada, las finales de 200 mariposa y de 4x200 volvieron a tener como protagonista al ‘tiburón’ de Baltimore, que subía por cuarta y quinta vez en Pekín a lo más alto del podio. Al igual que en las pruebas de 400 estilos, 200 libres y 4x100, Phelps acompañó cada victoria con un nuevo récord del mundo. Está por ver si podrá batir la marca de Spitz en unos solos Juegos, pero desde anoche nadie puede quitarle el privilegio de ser el deportista que más oros olímpicos ha logrado, con un total provisional de 11, dos más que Paavo Nurmi, Larissa Latynina, Carl Lewis y Mark Spitz.

De esta forma, Phelps llega, después de tres participaciones en Juegos Olímpicos (debutó en Sidney, con sólo 15 años), hasta las 13 medallas, 11 de oro y dos de bronce (ambas en Atenas 2004). A su corta edad tiene ya a tiro otra impresionante marca, la del gimnasta ruso Nicolai Andrianov, hasta ahora el deportista masculino con más preseas (15). La última frontera la marcan los 18 metales que la gimnasta ucraniana Latynina ganó para la Unión Soviética en sus participaciones en Melbourne ’56, Roma ’60 y Tokyo ’64.

La sentencia “podéis llamarme genio” fue pronunciada por Roger Federer (quizá el mejor tenista de todos los tiempos) tras ganar su tercer Abierto de Australia en enero de 2007. “Creo que soy el mejor jugador de tenis del mundo, y podéis llamarme genio porque me impongo a muchos de mis rivales, a cada uno de forma diferente, ganando incluso sin jugar lo mejor que sé”. Si el humilde e imperturbable jugador suizo se autocalifica de esta manera, ¿cómo debemos llamar a partir de ahora a Michael Phelps?

lunes, 11 de agosto de 2008

Más alto, más fuerte, más rápido

A todos los que afirman tajantemente que el deporte -particularmente el de alto rendimiento- no va con ellos, suelo recomendarles que antes de excluirlo por completo de sus vidas dediquen unos minutos a contemplar esas hazañas de las que a menudo sólo han oído hablar.
Nadia Comaneci es de los pocos deportistas que sistemáticamente consiguen que se me erice hasta el último folículo cada vez que veo alguno de sus videos. El que he elegido corresponde al ejercicio de barras asimétricas de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, donde por primera vez en la historia se concedió un 10 a un gimnasta.

Prueba de lo insólito de su gesta es que, si os fijais, el marcador señala un 1.00, ya que no estaba preparado para marcar dobles dígitos en los enteros.
Para los que prefieren las disciplinas atléticas, probablemente no ha habido nadie comparable al ucraniano Sergey Bubka (no os pongais tiquismiquis con la ortografía, que a ver quién se aclara con la transcripción del alfabeto cirílico). Considerado el mejor pertiguista de la historia, fue el primero en superar la barrera de los 6 metros de altura (apenas una docena de atletas lo han logrado desde entonces) y en 1994 estableció en Sestriere el record del mundo al aire libre en 6.14 metros. Sólo se le acercan Maxim Tarasov y Dmitri Markov, ambos con una plusmarca personal de 6.05. Por supuesto, también es suyo el record en pista cubierta, con los 6.15 logrados en Donetsk en 1993, pero no el olímpico, que desde Atenas 2004 obra en poder de Timothy Mack, con un salto de 5.95.
Puede parecer increíble que en todos estos años nadie haya conseguido mejorar las cifras de Bubka, pero la suya no es ni de lejos la marca más antigua que se mantiene inamovible. La checoslovaca Jarmila Kratochvilova logró hace 25 años un tiempo de 1:53.28 en 800 metros, mientras en categoría masculina este honor corresponde al 'hijo del viento', Carl Lewis, que en 1984 voló en pista cubierta hasta los 8.79 (Mike Powell se fue hasta los 8.95 al aire libre en 1991 en Tokio).

Y entre tanto superhombre (y supermujer) quiere estar el estadounidense Michael Phelps, que tiene entre ceja y ceja el reto personal de superar en Pekín los siete oros conseguidos por su compatriota Mike Spitz en Munich 1972. De momento lleva dos, y al menos en las distancias individuales no parece que nadie vaya a poder poner freno a su ambición.
En los últimos años hemos asistido a la supremacía de verdaderos fenómenos como Michael Schumacher (heptacampeón de F1), Lance Armstrong (heptacampeón del Tour de Francia), Roger Federer (número uno de la ATP desde 2004, cinco veces ganador de Wimbledon, tres del US Open y tres del Open de Australia), entre otros.
Al menos tan difícil como convertirse en leyenda en deportes individuales es hacerlo en modalidades de equipo. Ahora que el bocazas de Kobe Bryant ha dicho que si EEUU no gana el oro en baloncesto masculino no volverá a casa (creo que en el Joventut hay una ficha libre tras la marcha de Rudy a la NBA), vale la pena recordar a ese genio llamado Michael Jordan.
'Air' Jordan ganó seis anillos con Chicago Bulls, con un promedio de 30.1 puntos por partido (el mayor en la historia de la liga), además de 10 títulos de máximo anotador, 5 MVP de la temporada y 6 MVP de las Finales entre otros logros. Pero por encima de todo, ha sido el más plástico y uno de los más decisivos (los puristas me matarían si olvidase a Wilt Chamberlain). Para muchos, el '23' de los Bulls ha sido el más grande, por cosas como ésta:

jueves, 31 de julio de 2008

Nos espanta, nos seduce


Preámbulo: Paciente y agente
Siempre he sentido una enorme fascinación por los temores humanos. Los criterios para clasificarlos son numerosísimos, aunque a un nivel básico podrían plantearse tres grandes grupos en función del tipo de amenaza o inquietud que los genera:
- De origen natural.
- De origen sobrenatural.
- De origen desconocido.
Sin embargo, he optado por otro método, centrado más en el paciente que en el agente, pues más que por su condición de mecanismo de protección, el miedo me interesa en este caso por su valor como fuente de inspiración artística, concretamente en el ámbito cinematográfico. La angustia ante lo que no se conoce o comprende, la incertidumbre, el dolor y/o el hecho de ‘dejar de ser’ (bien por muerte, bien por alienación) impregnan todas y cada una de las manifestaciones del terror.

Naturaleza: El desasosiego de sentirse vulnerable
El cine de catástrofes es uno de los subgéneros con mayor aceptación, con todo lo que conlleva: desde un amplio campo referencial hasta un elevado número de bodrios infumables. Con todo, títulos de la talla de El Coloso en llamas y Terremoto compensan que la promesa de un éxito seguro en taquilla animase a más de uno a perpetrar ‘joyas’ del nivel de Pánico en el túnel.
Los parajes extremos, como las profundidades marinas (Abyss) o las montañas (Viven) provocan una inevitable sensación de desprotección. Kubrick lo aprovechó a la perfección en 2001: Una odisea del espacio; no sólo en el confuso desenlace sino, sobre todo, en la angustiosa escena en la que HAL -cerebro electrónico de la nave en la que se desarrolla la acción principal- se libra sin reparos de uno de los tripulantes.
¿Y qué suele haber en lugares salvajes? Exacto, criaturas con las que, de buenas a primeras, uno no querría compartir mesa. Pueden ser pequeñas como las tejedoras de Aracnofobia o del descomunal tamaño de Godzilla y King Kong. Incluso animales que generalmente resultan entrañables pierden los modales si el que mueve los hilos responde al nombre de Hitchcock (Los pájaros). Mención aparte merecen los habitantes de mares y ríos (Tiburón, Piraña), por su voracidad en un medio en el que los humanos resultamos presas fáciles.
Entre los depredadores se encuentran también a menudo los alienígenas. Tanto si pretenden alimentarse de las magras carnes de Sigourney Weaver (Alien, el octavo pasajero) como si su interés es la caza recreativa (Depredador) o la cópula (Species), los ‘marcianos’ se han ganado una merecida mala fama; de esto sabe un rato el científico al que da vida Pierce Brosnan en Mars Attacks, descacharrante parodia del género a cargo del genial Tim Burton, que sabe moverse -casi siempre- en la fina línea que separa lo cómico de lo espeluznante.

El lado oscuro: Un problema de actitud
Los (anti)héroes de esta categoría son los psicópatas, que destacan por su desesperante tendencia a salirse con la suya, lo que da lugar a sagas interminables. Pesadilla en Elm Street, Viernes 13 y La matanza de Texas se reparten el podio -el orden ya es más discutible-, seguidos de cerca por Scream que, aun careciendo de malvado(s) equiparable(s) en poder y perversidad a Freddy, Jason y Leatherface, merece al menos diploma olímpico por su contribución al resurgir del ‘giallo’.
Por sus incomprendidos gustos culinarios, los vampiros y caníbales gozan también de una imagen no muy popular. Drácula es el único de estos seres que conserva cierto halo romántico, lo que lo convierte en una figura universal y perenne, de un magnetismo innegable. Entre este grupo y el anterior se sitúa como nexo imprescindible el doctor Hannibal Lecter (El silencio de los corderos), paradigma del villano /in/: inteligente, imperturbable, inquietante, implacable.

Las criaturas que regresan del más allá (o que sencillamente nunca han pertenecido del todo al ‘acá’) son probablemente la forma más pura de la maldad en sí misma. It, Poltergeist y Posesión Infernal, entre otras, dan forma física al mal absoluto, mientras en La noche de los muertos vivientes, Cementerio de animales o La momia se rinde culto al pánico a quienes ya han visitado el reino de los muertos y no parecen estar del todo de acuerdo en quedarse allí sin rechistar.
Como ‘hay gente pa tó’, incluso algunos humanos normales (por decir algo) deciden decantarse por el sendero diabólico; son como cualquier grupo de adolescentes con las hormonas alteradas, sólo que en lugar de botellones celebran sacrificios de vírgenes. Cthulhu (La llamada de Cthulhu), surgido de la imaginación de H.P. Lovecraft, es el más popular de los dioses primigenios, capaz de rivalizar en número de adeptos con el mismísimo Satanás y su prole (El exorcista, La profecía).

La evolución: Progreso y daños colaterales
Si la Guerra Fría favoreció la expansión del fenómeno ovni, la consolidación del capitalismo ha traído consigo una serie de nuevos temores, entre los que destaca sobre todos la alienación del individuo, llevada al extremo en la multiversionada La invasión de los ladrones de cuerpos y presente en otras obras de culto clásicas (Metrópolis, Tiempos modernos) y más recientes (Dark City, Los Tommyknockers). Independientemente de la naturaleza de los que lo dirigen, el control absoluto del sistema y la pérdida de la identidad producen -quizá por familiaridad cotidiana- un pavor incontrolable. Tal vez el más esencialmente humano.

Las teorías maltusianas, basadas en la idea de que la población crece en progresión geométrica y los recursos en progresión aritmética, han causado muchos quebraderos de cabeza a los economistas, pero también han abonado el terreno para la aparición de filmes emblemáticos de la ciencia ficción. Del colapso de la civilización (Matrix) a la implantación de métodos de control demográfico tan funcionales como macabros (Soylent Green), la perspectiva de la decadencia de la especie humana hace que nos revolvamos incómodos de impotencia y culpa.
La corrupción y transformación del cuerpo han sido asimismo objetos de reflexión, de la que han surgido monstruos (La mosca, El retrato de Dorian Gray) que actúan como parábola moralizante sobre los peligros de jugar a pantocrátores . Y por si la mano imprudente del hombre no bastase como detonador del desastre, siempre hay algún virus dispuesto a mutar para poner de manifiesto nuestra eterna dualidad: somos tan frágiles como devastadores cuando autodestructivos (28 días después, El último hombre vivo). En tierra de nadie se encuentran los parásitos, desde los polizontes inesperados (Alien) hasta los experimentos que se desmadran (Vinieron de dentro de).
Finalmente, el culmen (provisionalmente) del ingenio humano, la máquina, no ha superado con el paso de los años las reticencias con las que la sociedad acogió su irrupción en los ámbitos laboral y doméstico. De la controversia entre defensores y detractores de la tecnología han nacido superordenadores (2001), ciborgs (Terminator) y coches homicidas (Christine), entre otros engendros inorgánicos. ¿El siguiente peldaño en la evolución?

martes, 29 de julio de 2008

¿Deben los empresarios pagar menos impuestos? - por Jorge Abel


¿Deben los empresarios, como fuente de empleo, pagar menos impuestos? Muchos liberales así lo opinan. Para rebatir esta tesis me gustaría exponer un par de puntos. Tomadlo con calma, por favor:

Asalariado: Es la persona que trabaja por un salario. Para que este trabajador cobre a final de mes, es necesario que produzca bienes que generen un beneficio una vez descontados todos los gastos de producción, entre los que se encuentra su propio sueldo. Esa rentabilidad se denomina plusvalía. Si no hay plusvalía, no hay trabajador, es decir, la empresa se lo chimpa más rápido que inmediatamente. Reflexión por tanto… Nunca se le hace un favor a un trabajador por darle trabajo… Moraleja: Si no lo generas, no cobras tu sueldo.

Autónomo: Es el trabajador que lo hace por cuenta propia, es decir, él es el encargado de administrar sus propias plusvalías. No tiene un sueldo asegurado, aunque desee ponérselo (se ha puesto de moda este modelo de PIME), es simplemente un ejercicio banal de contabilidad. En espíritu, la diferencia mayor reside en que esta persona arriesga su patrimonio a cambio de la esperanza de ganar más dinero y/o de vivir mejor que los trabajadores asalariados. Si uno lo piensa un poco, no hay una gran diferencia entre Botín y el panadero de la esquina, ambos tienen un dinero y un trabajo metidos en un negocio que les genera un beneficio (sólo que Botín es el puto Godzilla de los autónomos).

Eso significa, saltando todas las peculiaridades y excepciones que tiene este ancho mundo, que un autónomo es alguien que está dispuesto a arriesgarse en busca de un beneficio personal… Y cuando alcanza este éxito personal, no ha de compartirlo con nadie, es suyo. Pocos son los que se hacen ricos a base de trabajo asalariado. Muchos son los que tienen éxito con su empresa y prosperan, y muchos también los que fracasan en el intento y se quedan sin el capital acumulado de una vida.

¿Quién debería pagar más impuestos de los dos? Buena pregunta, y para encontrar una respuesta coherente debemos saber cuáles pueden ser los usos de esos impuestos. Pondré una lista que me parece bastante genérica:

A. Defender a la comunidad de las agresiones del exterior.
B. Hacer que las cuestiones comunes funcionen. Facilitar la vida de los miembros del estado.
C. Evitar los abusos entre los propios miembros del estado.

Ejemplos del punto A: Las amenazas de los animales nos obligan a juntarnos y a hacer guardia (hace ya tiempo que tenemos esa controlada); hoy en día… la guerra: Todo estado que no se prepare para ella cae en manos de uno que sí lo hace. La preparación del estado para conseguir lo necesario para defenderse a sí mismo como institución y a los integrantes como colectivo es básica, condición 'sine qua non'.

Ejemplos del punto B: Las infraestructuras que los individuos como tales no son capaces de poner e marcha (educación, carreteras, tendido eléctrico…) y que facilitan la vida de todos. En este caso, además, hay que contemplar la redistribución de lo que paga cada uno en el beneficio que le devuelve el estado.

Ejemplos del punto C: Para que la convivencia sea coherente y pacífica el estado ha de asegurar a las personas unas normas: las leyes. Ha de tener por lo tanto las instituciones y los medios para hacerlas cumplir. En el estado actual se supone que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y en derechos, por lo que el estado está garantizando que las diferencias sociales, culturales, religiosas y demás no suponen un lastre significativo para nadie a la hora de ser libre.

Bien, volvemos al punto de inicio, ¿por qué debe pagar más un autónomo/empresario de éxito en impuestos?:

1. Porque el estado garantiza que nadie va a entrar en su negocio y le va a quitar las cosas por la fuerza. Si dejásemos que la violencia dominase las relaciones (eliminando el estado) al autónomo le iban a dar un poco de estopa para que produjese su beneficio y lo cediese en forma de impuestos/saqueos al señor de la guerra de turno (ley de la selva). A un proletario le da igual, dentro de lo que cabe (vamos, que pierde menos), porque ya tiene que hacerlo. Sálvense, por favor, las distancias en este razonamiento. Lo que quiero decir es que el estado asegura la suerte de mucho más capital en el caso del autónomo. Si aseguras más, cobras más, pregúntale a la Mutua Madrileña.

2. Las infraestructuras que hay comunes, en el caso de los asalariados, les sirven para mejorar su vida; en el caso de los autónomos/empresarios les sirven para mejorar su vida y su negocio. Nadie va a usar un camión por una carretera pública para traerle nada que haga rico a un trabajador a sueldo. La electricidad que consumo en mi casa, necesaria para una vida digna, cuesta lo mismo (puede incluso que más) que la que consume un negocio/industria, que genera un beneficio (tasable, por lo tanto). Recordemos que la idea de un empresario de ganar dinero es cobrar por un servicio que ofrece. El estado puede hacer lo mismo, está legitimado.

3. El estado español -en este caso- ha de evitar el desequilibrio social extremo. Está en la constitución, en el artículo 40. ¿Por qué? Porque la diferencia económica extrema y los casos de necesidad evitan que todos seamos libres e iguales (si no tengo para darles de comer a mis hijos, tengo que hacer lo que me pidan). No hacerlo así viola el uso fundamental del estado que comentaba en el punto C, habría un abuso interno. El estado, por lo tanto, ha de evitar que haya hombres pobres (si no, uno no es libre), y también debe evitar que haya hombres tan ricos que puedan saltarse las normas (en esto no estamos triunfado en los últimos años).

En resumen, creo que los ricos deben pagar más impuestos, y cuanto más ricos, más porcentaje. Luego me podrán llamar comunista, pero eso es otra cosa, depende de la organización de los medios de producción y de la propiedad de los mismos… Y eso ya es para otro artículo.

Gracias por leerlo hasta el final. Si no estás de acuerdo y tienes una idea que funciona, por favor, escríbele algo a jaomonty@gmail.com que estamos aquí para aprender.

lunes, 21 de julio de 2008

¿Por qué no te metes tu dialecto en el orto?



No voy a fingir sorpresa por el ‘intercambio de opiniones’ que ha surgido en este blog respecto al castellano o español (tanto monta). Lo que sí me llama la atención es que haya emergido tanta hostilidad sin haber expresado en ningún momento ideas nacionalistas. Ya lo sabía antes, pero ha sido una buena manera de ilustrar gráficamente lo mal que se nos da a los españoles (anda, si me incluyo, igual no soy tan ‘independentista’) debatir sobre puntos de vista diferentes. Me refiero a escuchar lo que dice el otro y tratar de rebatirlo con argumentos sensatos, pero SÓLO si persiste el desacuerdo (aunque evidentemente dos no se ponen de acuerdo si uno no quiere). Lo curioso es que soy partidario del ‘Manifiesto por la lengua común’, lo cual me sitúa entre dos fuegos. Así, es normal que reciba algún balazo.

Respecto a la formación del español, la Wikipedia recoge lo siguiente: "El dialecto castellano se originó en el condado medieval de Castilla (sur de Cantabria y norte de Burgos), con influencias vascas y de los germanos visigodos. Los textos más antiguos que se conocen en castellano son los Cartularios de Valpuesta, conservados en la iglesia de Santa María de Valpuesta (Burgos), un conjunto de textos que constituyen copias de documentos, algunos escritos en fecha tan temprana como el siglo X, seguidos de las Glosas Emilianenses, que datan de finales del siglo X o principios del XI, que se conservan en el Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), localidad considerada centro medieval de cultura."

V se presentó con el comentario siguiente: “¿Por qué no te metes tu dialecto en el orto?”, pero en vez de hacer oídos sordos ante el tono ofensivo, le expliqué porqué tiene consideración de lengua hermana del castellano o, si se prefiere, dialecto del latín. V ofrece una explicación de la formación del idioma un poco diferente a la anteriormente citada, en la que La Rioja tiene un papel predominante, por lo que plantea una alternativa para intentar desacreditar el término ‘castellano’: “El ‘castellano’, como tú lo llamas, teniendo raíces e influencias fenicias, griegas, árabes, cartaginenses, germánicas, celtíberas y vascas fue comformado en base a las anotaciones de unos monjes riojanos en el siglo X. Así que de lengua de castilla, tiene menos que la tuya, sería más correcto incluso llamarlo riojano que castellano”.

La duda que me surge, aun aceptando esta exposición (de momento, me quedo con la de la Wikipedia), es la siguiente: ¿Conoce V la situación administrativa de La Rioja en la época de formación del castellano? Yo tampoco sabía exactamente cuál era, así que preguntemos a Wiki (hay colegueo ya): “El territorio de La Rioja estuvo en disputa entre los reinos de Navarra y Castilla desde el siglo X. Los reyes Alfonso VIII de Castilla y Sancho VI de Navarra, tras firmar una tregua en agosto de 1176, admitieron al rey de Inglaterra como árbitro, emitiendo éste el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra en marzo de 1177, en el que Navarra perdía casi todo lo que actualmente es La Rioja, cediéndoselo a Castilla.”

Estoy de acuerdo con Gloria en que debatir durante más de dos comentarios sobre la denominación idónea del idioma era una pérdida de tiempo. Sobre todo porque los lingüistas han zanjado la cuestión admitiendo que es correcto decir ‘español’ y también ‘castellano’, con preferencia hacia el primero cuando lo citamos fuera del contexto nacional y hacia el segundo si queremos matizar la singularidad respecto a otras lenguas del Reino de España. Pero el insulto gratuito, la prepotencia y la demagogia (léase información parcial) me alteran sobremanera. No sé si éste es, como dice V, un país de gilipollas, lo que sí me parece, como decía Dámaso Alonso, es un nido de cainitas en el que cada uno se dedica a lanzar sobre los demás tanta mierda como le sea posible.

*Imagen: 'Duelo a garrotazos' (también llamado 'La riña'), de Francisco de Goya.