viernes, 18 de enero de 2008

En la vida como en el deporte...


...lo importante es meterla. Es ésta una sentencia que debe ser tomada únicamente como lo que es, un chiste gremial con más de tosco que de ingenioso. Supongo que por eso no deja de hacerme gracia. Qué puedo hacer, será que el espíritu de Bud Spencer sigue vivo en mi corazón.
Todo esto no es más que un pretexto para hablar de la particular relación que me une al club en el que trabajo, el Leis 26 Fútbol Sala Pontevedra. Cada día que pasa soy más consciente de que esta montaña rusa de emociones se parece más a un romance que a un empleo. Si fuese mi novia, mis amigos dirían que no me conviene. Y mi madre, que tengo que ser comprensivo con ella.
Escribo desde un hotel a las afueras de Pamplona, donde mañana jugaremos ante el MRA. Sé que lo más probable desde el punto de vista estadístico e incluso lógico es que tengamos que hacer el camino de vuelta con la amarga sensación de la derrota, pero como en presencia de la persona amada, la razón pasa a menudo a un segundo plano y, al igual que en los 16 partidos anteriores de la temporada, sólo concibo la posibilidad de ganar, por muy potente que sea el adversario.
Me temo que soy lo que llaman un optimista incorruptible, también conocido como 'puto iluso'. Y en el deporte también.

sábado, 12 de enero de 2008

Cómo duele perder...


Si algo aportó al orden social del primer mundo el triunfo del capitalismo es la hiper polarización de los seres humanos, siendo el modelo zenital el llamado 'triunfador'. Su opuesto, es decir, el 'loser' (perdedor/fracasado) se convierte automáticamente en objeto de repudia y burla. Desde aquí les deseo a todos aquellos que se calientan al fuego de la leña del árbol caído que ardan en el infierno de su propia cobardía. Ojalá pronto les toque a ellos estar en la hoguera. Y no como espectadores.
La parte que más me enriquece de mi dedicación al mundo del deporte, aunque sea como jefe de prensa, es precisamente la de sentir en carne propia los golpes de la vida en píldoras de 40 minutos del mal llamado 'tiempo real'. Hoy el Leis ha perdido con un estrépito que yo nunca había tenido que padecer hasta ahora. El Carnicer Torrejón vino a golear y todo le salió bien. Nosotros, los parias de División de Honor (no nos engañemos, todos preferimos en realidad ser cabeza de ratón y no cola de león), sabemos que la puerta hacia la victoria sólo se entreabre esporádicamente, dejando un pequeño resquicio por el que, si Fortuna está juguetona ese día, podemos llegar a colarnos.
Los que formamos parte de este proyecto hace tiempo que nos hemos hecho a la idea de que nos esperaban muchas tardes de sufrimiento. Una plantilla muy justa para competir con los mejores, patrocinadores que pagan tarde y mal (en el mejor de los casos), un respaldo social irregular... Estamos preparados para no ganar, pero ser humillados es algo completamente distinto, algo para lo que nadie puede llegar a estar preparado nunca. Y eso fue lo que pasó esta tarde en el Pabellón Municipal de Pontevedra. Aún después de la bocina final, quedaba el testigo inmóvil de la debacle, el marcador que señalaba el resultado definitivo: 2-13.
Hay verdaderos filósofos en esto del deporte, una lástima que los culturetas consideren indignas o frívolas tales pasiones, no saben lo que se pierden. Nuestro entrenador volvió a dejar una perla digna de análisis en la rueda de prensa: "Si compites con orgullo y das el máximo de lo que tienes, estás ganando más allá del resultado". Se refería a la recuperación anímica de cara al futuro, naturalmente, no al día de hoy. Ser capaz de asumir el fiasco y pensar ya en cómo salir adelante es una virtud que admiro profundamente, mucho más que el éxito en sí mismo.
Escribo para exorcizar mis demonios, para vomitar esta bilis que me quema las entrañas. No siempre es así, pero hoy no tengo el cuerpo para nubes-risas-arco iris-amapolas. Será porque sé que al final de la película (aún queda media temporada) la Bella Durmiente seguirá contando ovejas. Porque el zapato de cristal se habrá roto antes de que Cenicienta pueda probárselo. Porque Garfio rajará a Peter Pan con una navaja de Albacete oxidada. Y porque Shere Khan se comerá a la parrilla las 'criadillas' de Mowgli.
La vida no la escriben los guionistas de Disney. A veces parece más bien obra de García Márquez y si a uno le toca Santiago Nasar en el reparto de personajes, más le vale dejar en orden cuanto antes todos sus asuntos y ponerse guapo para el funeral. Lo terrible es ver a todo el mundo alrededor poniendo cara de 'esto-no-puede-estar-pasando'. Y es que lo único que supera a la imbecilidad en la humanidad es la capacidad para el auto engaño.

domingo, 6 de enero de 2008

Amigo de mis amigos, etc.


-Defínete.
-Pues yo... esto... soy un chico normal, amigo de mis amigos... me gusta pasarlo bien, divertirme, conocer gente agradable. No sé, lo que todo el mundo, supongo...
Vayamos por partes. Para empezar, lo que nuestro sujeto hipotético acaba de hacer puede ser cualquier cosa menos una 'definición'. En cualquiera de las acepciones de esta palabra hay una condición esencial, la de fijar con precisión y claridad los contornos de lo definido, esto es, señalar qué lo convierte en diferente respecto al resto de la realidad y, en el caso concreto de una persona, qué lo distingue del resto de individuos de su especie.
De algún modo, puede intuirse que detrás de esta actitud, que muchos adoptamos en determinados momentos (o incluso durante toda nuestra vida), subyace un profundo temor a lo diferente. No sólo sentimos pavor por lo que no conocemos, sino también por admitir aquellas características propias que se apartan de la norma. La paradoja de este silencio auto impuesto es que, si todos aquellos que callan por miedo al rechazo tuviesen el valor o simplemente la confianza para no negar su naturaleza, probablemente descubriríamos que en realidad tales diferencias son sólo superficiales y, en ocasiones, simplemente inexistentes.
El comportamiento gregario, alentado por nuestro instinto de supervivencia (nada más terrible que ser apartado de la manada), ha encontrado su supuesta antítesis en el movimiento 'freak'. En España el término -castellanizado en la forma 'friqui'- ha suplantado en el vocabulario de los medios al precioso vocablo 'extravagante' y de ahí ha pasado a designar una realidad dotada de connotaciones muy distintas.
El apogeo de lo freak será (¿es?) justamente su declive. No el inicio del descenso, sino el final mismo. Cuando un comportamiento raro pasa a ser la norma, pierde automáticamente su condición de peculiar, extraño, friqui. Es algo incuestionable. Cuando alguien recurre al manido tópico "todo el mundo es especial" está afirmando algo mucho más turbio: si todo el mundo es especial, en realidad nadie lo es.
Pero lo que me interesaba destacar era cómo nosotros mismos (la masa, la sociedad, la especie) nos ponemos según qué grilletes, suponiendo (en muchos casos sin ninguna base real) que así seremos más fácilmente aceptados por el grupo. Lo más doloroso es que esa obsesión por la integración social choca frontalmente con un innato deseo de autoafirmación del individuo. Desafortunadamente (y esta ya es una consideración meramente personal), la primera pulsión suele aturdir o, en el peor de los casos, aniquilar a la segunda. No somos tan diferentes de un hormiguero como creemos.
Cabría suponer que una sociedad que funcionase con un esquema tan preciso como el de estos insectos podría ser incluso admirable, deseable por todos. Pero vayamos más allá. Algunos expertos afirman que, en realidad, una colonia de hormigas podría ser considerada un único organismo, del mismo modo que el cuerpo humano está formado por numerosas células especializadas que crean un complejo sistema en el que el flujo de información (el más importante, a través de impulsos nerviosos) tiene un rol fundamental para la supervivencia. Es lo que llaman un superorganismo.
¿Dónde fijar, pues, el límite entre el individuo y el sistema? En la autoconsciencia.
No es la racionalidad, por mucho que se nos distinga comunmente como animales racionales, lo que nos hace especiales en el reino animal. Lo es la necesidad de autoafirmación de cada individuo, la resistencia a aceptar un papel secundario en la función de la propia vida. El egoísmo, sí, no tiene sentido negarlo, significaría contradecir nuestra misma esencia. Debemos aprender (no tener miedo) a ser freaks, no porque lo freak se ponga de moda, ni tampoco por lo contrario. "A la minoría, siempre", lema de la primera época de Unamuno, me parece una sentencia que cae en la incoherencia, en tanto que la minoría es susceptible de convertirse en mayoría de un momento a otro. Alterar los propios principios sólo porque son asumidos por la masa sería la más ridícula y profunda traición a uno mismo. Y es precisamente la 'auto fidelidad' la única que siempre conserva intacto su valor.

Infocomercial (2)


¿Quiere tener en sus manos el secreto mejor guardado de las estrellas de Hollywood?
¿Sabe qué convierte a los ases del deporte en ídolos de masas? ¿Talento? ¿Carisma? ¿Marketing? ¿Una genética privilegiada quizá?
¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por poseer un pequeño pedazo de cielo en la tierra?
En Nude King Corporation creemos que todo el mundo tiene derecho a ser un dios. Por eso hemos perfeccionado para usted 'Absolutely Nothing', ahora en un nuevo y revolucionario formato. Adiós al envase al vacío, lo último es el envase puramente vacío.
Y recuerde, crea para ver, no vea para creer.
(Recomendado por Hans Christian Andersen.)

Infocomercial (1)


¡Atención, ciudadano!
¿Cansado de buscar ese complemento que se convierta de inmediato en su inconfundible seña de identidad?
¿Está harto de sentirse engullido por la homogeneidad de la masa?
¿Busca un auténtico signo de distinción en su vida?
No lo dude, consuma tildes diacríticas.
-"I'd also use them if I could" (testimonio real).
Tilde diacrítica: Si era buena para Cervantes, es buena para usted.

Hij@s de Lot


Está claro que los textos bíblicos han provocado daños cerebrales irreparables en Bernardo Álvarez, máximo responsable de la Iglesia Católica en Tenerife, quien en una entrevista concedida a la periodista de La Opinión de Tenerife Laura Docampo se destapaba con unas declaraciones no por esperadas (considerando los valores de la institución a la que representa) menos aterradoras. Como propone la conocida canción interpretada por Vanessa Williams, 'Save the best for last', nuestro buen amigo se guarda una traca final que ríete tú de las fallas. Sin que nadie tenga siquiera que invitarlo a ponerse en evidencia, él mismo se mete en un jardín de dimensiones amazónicas. Éste es un extracto de la parte de la entrevista más lamentable/memorable (no debemos dejar que opiniones como ésta sean simplemente fagocitadas por el olvido). Ni siquiera tengo claro si merece un comentario profundo y meditado, no porque no me parezca digno de un ser despreciable, sino precisamente por eso. Sólo puedo sentir (y expresar) repugnancia.
Aquí os dejo con el 'show de Berni':
Laura Docampo: ¿Qué opina de la homosexualidad?
Bernardo Álvarez: Yo creo que lo primero que hay que hacer es distinguir a las personas del fenómeno. Las personas son siempre dignas del mayor respeto. Si una persona, por una razón fisiológica elige esta forma de vida me merece mi máximo respeto. Otra cuestión es que la homosexualidad sea o no una virtud. Hay que tener mucho cuidado hoy en día porque no se puede decir que la homosexualidad se sufre o se padece. No es políticamente correcto decir que es una enfermedad, una carencia, una deformación de la naturaleza propia del ser humano. Eso que decía cualquier diccionario de Psiquiatría diez años atrás, hoy no se puede decir. Está clarísimo que, en este sentido, mi pensamiento es el de la Iglesia: respeto máximo a la personas. Pero, lógicamente, creo que el fenómeno de la homosexualidad es algo que perjudica a las personas y a la sociedad. A la larga pagaremos las consecuencias como las han pagado otras civilizaciones. Yo no digo que se reprima, pero entre no reprimirlo y promoverlo hay un margen. Creo que hay que promover la educación. Los valores de la feminidad y la masculinidad debemos inculcarlos en los niños. Puede que nos digan que estos valores son retrógrados, pero nosotros pensamos que estos valores respetan la libertad pero al mismo tiempo orientan a las personas.
L.D.: ¿Hay que orientar la sexualidad?
B.A.: No se puede dejar a las personas libradas a lo que salga, ¿por qué no hacemos lo mismo con la violencia o con otros impulsos que tiene el ser humano? Además, sólo un 6% de los homosexuales se deben a cuestiones biológicas. No hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio. La persona practica como puede practicar el abuso de menores. Lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta.
L.D.: La diferencia entre una relación homosexual y un abuso está clara.
B.A.: Por supuesto. Pero, ¿por qué el abusador de menores es enfermo?
L.D.: Para empezar, un abuso es una relación no consentida.
B.A.: Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan. Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece.

El pudor del pudor


"Mi abuelo decía que la palabra gastrónomo contiene la palabra astrónomo y así, mis clases de astronomía incluían el uso de especias".
Es una breve cita de la película 'Un toque de canela' (Politiki Kouzina - Tassos Boulmetis, 2003), que sirve al protagonista-narrador de la historia para introducirnos en la particular gnoseología transmitida por su abuelo, quien crea en base a ese juego de palabras todo un sistema de analogías para explicar el universo a través de la cocina.
Pero no es de gastronomía de lo que pretendo hablar (no hoy), sino de las curiosas relaciones entre algunas palabras, de cómo se entrelazan de forma caprichosa o simplemente azarosa hasta desembocar en algo totalmente inesperado, aparentemente disparatado, inconexo o irrelevante, pero que esconde mucho más de lo que muestra.
Hablar de ocultación nos obliga a referirnos al pudor, en tanto antónimo de obscenidad. La Real Academia Española recoge dos acepciones distintas para el término 'pudor':
1. (del latín pudor, -oris) m. Honestidad, modestia, recato.
2. (del latín putor, -oris) m. desus. Mal olor, hedor.
Obviando la advertencia sobre el desuso del segundo significado, uno no puede dejar de preguntarse si tal cercanía entre términos que nos parecen, a priori, en las antípodas el uno del otro, es meramente casual.
La aparente 'inarmonía' entre ambas acepciones esconde, en mi opinión, una pirueta de tintes proféticos, una advertencia sobre la putrefacción que envuelve a la corrección política de todo discurso populista, generalmente (aunque no siempre) hiper prudente, recatado y comedido.
No me refiero únicamente al ámbito político (sorteando la hipótesis de que, al fin y al cabo, todo es política), sino al pragmático arribismo de quienes se sienten arropados por el peso de la mayoría, al feroz empecinamiento de aquellos que se escudan en una mal entendida supremacía de la democracia como vía única hacia la Verdad.
Pondré el punto y aparte (que no final) a esta reflexión del mismo modo que comenzaba, con una cita que cada cual puede interpretar como mejor se ajuste a su moral, sus criterios (quien los tenga, en propiedad o en préstamo, que ya es algo) o su conciencia:
"¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela."
A. Machado.

De vetos y censuras


Dentro de unas horas saldrá a la calle el número 30 de la revista TodoKeniata, una modesta publicación deportiva que mi camarada Jorge Abel y yo hemos ido sacando adelante durante todo un año a cambio de alguna que otra gratificación e infinitos quebraderos de cabeza. Pero hasta aquí hemos llegado.
La decisión de ponerle fin estaba prácticamente tomada desde hace unas semanas, por lo que en honor a la verdad no puedo decir que lo que en adelante llamaré 'el suceso' fuese el desencadenante del abandono. Más bien es la confirmación de que no es suficiente con que un producto tenga una buena acogida entre el público para que sea rentable producirlo. Y puestos a buscarme hobbies, mejor aprendo punto de cruz.
'El suceso' es el siguiente. El repartidor (que a la sazón es mi progenitor) me llama el viernes y mantenemos la siguiente conversación:
-Oye, chato, tengo un motivo más para que votes al Bloque (otro día hablaré con más detenimiento de mis inclinaciones políticas); resulta que ayer llego a la Casa de la Juventud de Cangas para dejar unas pocas revistas (son gratuitas) y me dice el concelleiro de Juventud que no podemos dejarlas allí.
-¿Y eso?
-Porque dice que es una revista sexista y que no puede estar allí, al lado de otras publicaciones que promueven precisamente valores como la igualdad, etcétera, etcétera...
-Perdona, ¿dijo que la revista era sexista?
-Sí, dijo que se había reunido con la concelleira de Deportes y que habían decidido prohibirla en la Casa de la Juventud. Y yo le dije: bueno, no te preocupes que no me hace falta dejarla aquí, voy por la calle y me la quitan los chavales de las manos.
-Pero... ¡sexista! ¡Si tenemos un Rey y una Reina! ¡No se puede ser más igualitario!
-Ya. Yo sólo te transmito lo que él me dijo. Ah, y me comentó que si en el futuro quisieseis optar a algún tipo de subvención teniais que sacar a la chica y además tendría que estar escrito todo en gallego.
El resto de la conversación me la ahorro, pero no la explicación, claro. Cuando empezamos con la revista decidimos con todo el rostro que íbamos a aprovechar la idea del Diario AS para revalorizar la publicidad en la contraportada. Decidimos llamar a la sección 'La Reina de Kenia', puesto que las ligas de las que hablamos son las del 'Keniata'. Al poco tiempo descubrimos que teníamos mucho más público femenino del que esperábamos, en parte porque las páginas del álbum de la semana atraen a todo el mundo, en parte porque la página de pasatiempos y humor les gustó especialmente. Así que decidimos incluir precisamente en esa página una sección llamada, lógicamente, 'El Rey de Kenia'. La iniciativa funcionó y la foto del maromo de turno fue ganando espacio hasta tener página propia, justamente enfrentada con la de pasatiempos.
Bien. Si se nos acusa de sexistas porque la chica sale en la contraportada y el chico en una página interior, teniendo en cuenta que en torno al 80% de nuestros lectores son hombres... sinceramente, quiero pensar que no hilaron tan fino, sino que simplemente consideran dañino este tipo de producto por utilizar el sexo como estrategia de venta. Algo que, por otra parte, hacen desde las tabaqueras hasta los ministerios, pasando por las revistas de divulgación científica. También cabe el matiz del contexto, claro, y es algo en lo que he pensado. Pero pronto me di cuenta de que no podía ser eso, pues nadie nos ha reprochado que haya una sección de pasatiempos con chistes, sudokus o frases célebres, lo cual no creo que tenga mucho que ver con el fútbol.
Creo que de lo que verdaderamente podrían habernos tildado es de burdos. Pero no sólo por vender 'carne' (y ni siquiera mucha, de hecho las fotos de los chicos eran casi siempre más explícitas), sino por el propio concepto de la revista, pensado para un público muy concreto (siempre generalizando, por supuesto): piensa que Cronenberg es una marca de cerveza, considera a Malena Gracia el prototipo de mujer para una aventura (en eso estoy de acuerdo, debe de ser toda una 'aventura') y lo más extenso que ha leído es el prospecto del Frenadol. Sí, ya me vale, cómo me paso y todo eso. Pues sí, teniendo en cuenta que por esta revista me ha faltado al respeto hasta el más cretino del pueblo (efectivamente, me refiero al concelleiro de Xuventude), me concedo el derecho a ponerme a gusto.
En cuanto a lo del gallego... En el número 30 redacté una editorial en la que además de explicar parte de lo anterior, exponía el porqué del uso del castellano: porque podemos. Pero realmente no es sólo por eso. Yo pensaba que sabía hablar y escribir en gallego, pero me he dado cuenta de que no. La Mesa pola Normalización Lingüística me ha puesto en mi sitio y ha decidido que para ser un hablante de tomo y lomo, un pedazo de hablante, vaya, tengo que utilizar una variedad de la lengua que no se habla en ninguna parte del territorio, ni nada que se le parezca. Reintegracionismo, creo que le llamaban antes a esa corriente (ya no es necesario, ahora es simplemente el estándar). La idea consiste en que el gallego nunca debería haber padecido la opresión centralista (del Reino de Castilla primero, de Madrid después), así que se imagina un escenario ficticio en el que no hubiesen existido los siglos oscuros y se elucubra un modelo. Así surge el actual gallego normativo.
Por si el tono no lo deja suficientemente claro, considero esto una soberana estupidez, que sólo contribuye a aumentar el desconcierto entre los hablantes de esta -antes- hermosa lengua. Es el producto de mentes pasadas de rosca, algo así como si creásemos un estándar del castellano suponiendo lo que habría sido sin la influencia del árabe durante la Edad Media, por poner un simple ejemplo.
Así que no, lo admito, no sé hablar ni escribir en gallego. Ya no. Luego prefiero escribir en otra lengua oficial de este territorio, el castellano, de cuyas normas estoy más seguro y que, en caso de duda, me ofrece un fiel aliado en la figura de la Real Academia Española, una de las pocas instituciones que merecen mi absoluto respeto. La antítesis de esa casita de muñecas de alterne (que diría Sabina) que es la Mesa pola Normalización Lingüística.

Puta (-ate)


Cuando un profesor normal, de infantería, llega a una clase de tercero de BUP y se encuentra como señal de bienvenida el sucinto mensaje 'puta' (arial cuerpo 300, aproximadamente), tiene dos opciones: montar en cólera u obviar la cuestión con la ayuda del borrador y el silencio.
Pero Carmen no. Ella no se regía por las leyes de Newton (ni en su método pedagógico ni en su post embarazo). La profesora de latín entra en clase, se detiene para leer con atención esas cuatro simples letras, nos mira a nosotros y exclama: "¡Muy bien! ¡Me parece muy bien! A ver, vamos a repasar lo que sabemos. ¿Cómo se enuncian los verbos de la primera conjugación?" -"-o, -as, -are, -avi, -atum". -"Muy bien, y si os digo que en latín el verbo pensar se enuncia puto, -as, -are, ¿alguien puede decirme cómo sería el imperativo en singular de pensar?" -silencio- "Venga, pero si lo tenéis delante de las narices. ¡Puta, claro!
Después de esto decidió que era positivo dejar el mensaje tal y como estaba durante toda la clase y probablemente muchos de mis compañeros pasasen de puntillas sobre una de las mayores lecciones de nuestra vida escolar. Pero yo lo recuerdo como si aún no me hubiese ido a dormir ese día.
Es curioso, pero pocos de mis supuestos educadores consideraron oportuno invitarme a pensar. Me refiero a pensar por mí mismo. Pero claro, ahora que caigo, también es cierto que el método más comunmente utilizado para superar aquello que nos hiere u ofende suele ser precisamente el del profesor de infantería, es decir: a) violencia / b) borrador y silencio. Sucede cada vez que un régimen suplanta a otro en el poder de una nación; cuando una institución comete atrocidades en nombre de una ideología o lo que es peor, de un credo; cuando sorprendemos a nuestra pareja compartiendo fluidos con otro; cuando algo se escapa a nuestro plan preestablecido. Como si la naturaleza entendiese de planes...

Cortejo Nº 32: Circunloquio

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El eterno insatisfecho

Tres-catorce-dieciséis,
no me dejes, sabes bien
que no valgo nada sin pi.

La verdad sobrevalorada

Me dejó rosas sin pétalos
ecuaciones sin equis
y nubes sin cielo.

Al menos tuvo el detalle
de mentirme y despedirse
con un "aún te quiero".

Los inviernos son largos
y once letras y un silencio
dan más calor que una miserable verdad.

Cortejo Nº 27

-Sonríe. Estás radiante cuando sonríes.
-Soy una mujer liberada,
sonreiré cuando lo desee,
no por complacer a tu mirada.
>Me encanta cuando te pones lírica
(imbécil desagradecida).

El pedante

-Sólo sé que no se nada.
-Efectivamente, este país
es líder mundial en exportación de gilipollas,
caínes, cocainómanos y rapsodas,
que para el caso
vienen a ser lo mismo.

"Hay mujeres y luego está Kate"


Estoy preparando una serie de cuadros de estrellas de hollywood (en su mayoría clásicas) así que de vez en cuando dedico algo de tiempo a buscar sus biografías en la red de redes. El asunto es que hace poco escribí 'katharine hepburn' en google y accedí a la segunda entrada, en la wikipedia. Ojeé su filmografía y me detuve en el apartado de curiosidades. La primera de ellas hizo que me recorriera un escalofrío difícil de describir con palabras. Decía así: "Hepburn nunca vio 'Adivina quién viene esta noche' por ser la última película de Spencer Tracy.
Nunca he ocultado que albergo una enorme capacidad de condescendencia para con los desvaríos y las frivolidades de los artistas con mayúsculas. Basta imaginarnos en el lugar de una gran estrella para comprender que muchos se sientan como lo más cercano a Dios en la Tierra (sucede con Ratzinger y, personalmente, sus actuaciones me emocionan bastante menos que las de la Hepburn). Así, aun consciente de su complicado carácter (el de la actriz, claro, el del 'actor' vaticano merece un comentario aparte), o precisamente por éste, enterarme de algo tan profundamente enternecedor se me agarra a las entrañas como un anzuelo y se queda conmigo durante días, a veces meses.
La relación entre Katharine Hepburn y Spencer Tracy está llena de momentos conmovedores, cómicos o dramáticos y da igual si todo lo que se dice es cierto, sólo lo es una parte o si hay más de mito que de realidad. El viejo principio de 'se non è vero è ben trovato' me permite aferrarme a un clavo ardiendo para imaginar los entresijos de una de las parejas con más 'presencia'. No lo digo yo, lo dice la Royal Society of Chemistry británica, según referencia el antedicho artículo: "calificó a la pareja Hepburn-Tracy como la que científicamente tenía más química en la pantalla".
"Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo" (A. Lincoln dixit). Uno puede aprender a fingir sus propios síntomas bioquímicos amorosos y prolongar la ficción eternamente hacia su partenaire o un buen rato hacia el entorno, pero es imposible que todos los que nos emocionamos con las miradas compartidas por Katherine y Spencer seamos víctimas de un engaño de proporciones bíblicas. Es algo que simplemente se percibe, digo yo, es algo que se puede verificar científicamente, diría la Royal Society of Chemistry.
Probablemente el peso del aspecto erótico fuese nulo en esta relación. Acerca de la orientación sexual de Miss Hepburn existe toda clase de rumores más o menos contrastados, algunos de los cuales sugieren incluso que pudieron no llegar a acostarse jamás. Es posible que así fuese, y a más de uno esta concepción del amor puede parecerle truncada (la mayoría de los días me incluyo en este grupo). Pero ella, Katharine "La Arrogante", la actriz más oscarizada de la historia, la que acudió en pijama a la gala de la Academia de 1974, una de las 50 personalidades más influyentes del siglo XX (según la revista Esquire), jamás vio 'Adivina quién viene esta noche'...
Eso es amor, quien lo probó lo sabe.

Gilipollas y gilipollos


El otro día (en mi caso, esto comprende desde el big bang hasta ayer, dado que, si no es hoy, obviamente es 'otro día') me vi inmerso sin forzarlo en una discusión acerca de la conveniencia de remarcar con el género de las palabras las diferencias de sexo. Seré más concreto: la cuestión era si en una cierta información se debía escribir, pongamos por caso, pontevedreses y pontevedresas o únicamente pontevedreses. Quien enunciaba la cuestión aseguraba que el lenguaje es machista y uno, aunque de natural comedido, es incapaz de escuchar semejante declaración y permanecer inmutable.
Ante todo, considero que incluso cuando el lenguaje se convierte en un arma para la discriminación, lo verdaderamente machista no son las palabras, sino el uso que de ellas se hace. Nuestro idioma (en otros esta cuestión queda prácticamente fuera de discusión por la ausencia de flexión de género) posee tal exuberancia formal que los adalides de lo políticamente correcto (manda huevos que llamen correcto a lo que debería llamarse tibio, moderado, manso o, en el peor de los casos, hipócrita) encuentran en él un perfecto subterfugio para eludir y ocultar los debates realmente necesarios.
Ya he dicho alguna vez que los mismos motivos que llevan a un colectivo que no voy a mencionar (a ver qué falta les hace la publicidad a las feministas crispadas) a exigir que se reconozca el derecho de, por ejemplo, una licenciada en medicina, a ser llamada médica en lugar de médico, son los mismos que me permiten elevar mi voz airadamente para solicitar que, de ahora en adelante, se me llame periodisto, jefo de prensa o gilipollos. En un alarde de perspicacia sin igual he llegado a deducir que la terminación '-o' es la causante de todo este revuelo pues no es, como yo -ingénuo- creía, marca de género masculino o neutro, por más que los estudios serios sobre la evolución de la lengua castellana expiquen que tanto el '-us' (masculino) como el '-um' (neutro) acaben derivando en una forma común.
Me doy por cenvencido, la 'o' final no es más que el perverso resultado de siglos de represión de una sociedad falócrata, que pretende denigrar a las mujeres a través de lo más humano, el habla. Da igual que la Iglesia siga privando al las portadoras de los cromosomas XX de innumerables derechos que sí reconoce, sin ir más lejos, la Constitución Española. No importa que los ejemplares machos de esta decadente especie perciban retribuciones mayores que las hembras por la misma actividad laboral. Lo verdaderamente sangrante es que a una señora con toga le llamen juez y no jueza, ¡pero qué se creen estos cerdos machistas!
El caso anterior es sin duda el que mejor ilustra lo absurdo de esta situación. Juez, en singular, carece por completo de cualquier signo identificable como marca de género y, en plural, añade como vocal de unión una aparentemente aséptica '-e'. No obstante, acaba surgiendo e imponiéndose entre la connivencia de los ignorantes y el silencio de los débiles de espíritu la forma 'jueza'.
Pero volvamos con nuestra amiga la 'e'. Se han aceptado sin rechistar los femeninos jefa, presidenta, regenta e incluso clienta. Pero, al menos por el momento, no sucede lo mismo con estudianta, pacienta, indigenta, videnta o pelela. Comprendo que el hábito no hace al monje pero sí modifica el idioma, pero de ahí a aceptar que estas variaciones sean preferibles a las formas tradicionales media un abismo.
El criterio de economía lingüística queda soslayado cuando leemos algo así: "los espectadores y las espectadoras quedaron maravillados y maravilladas con las actuaciones de los actores y las actrices". Se trata, claro está, de un texto tan farragoso y plagado de palabras que no aportan nada a la narración que cualquiera puede ver lo absurdo de este planteamiento.
Que gallego tenga una acepción peyorativa en determinados lugares de latinoamérica; que no encuentre un sinónimo más adecuado para la palabra moro; que cerdo, pájaro, lagarto, perro, lobo, gato, etc. tengan connotaciones diferentes en el lenguaje coloquial según si se usan en masculino o en femenino (¿debería decir en femenina?) es el sedimento de los usos y costumbres que el paso de los siglos ha ido dejando en nuestra lengua y no se puede pretender borrarlos de un plumazo como si nunca hubiese pasado nada, como si no tuviésemos historia. Ya se sabe la condena que espera a los pueblos que olvidan lo que han sido.