sábado, 29 de marzo de 2008

¿El Tíbet es China? - por Jorge Abel


Hola Andrés, y hola a los demás, sean muchos o pocos.

El otro día el teleólogo jefe me pidió una contribución/reflexión sobre lo que está pasando en el Tíbet. Y bueno, es que no soy capaz de decirle que no a nada al rapazote éste, así que ahí va.

Antes de todo, disculpadme si va en un tono muy de "profe". El que ya se lo sepa y todo esto le suene a rancio, pues de vicio, mis máximos respetos; el que aprenda algo, pues es lo que gana; el que sepa más, que me lo cuente, que así ya sabemos más todos y el que sea curioso por naturaleza... Pues puede que esto sea el inicio de una bonita amistad.

Al turrón: ¿El Tíbet es China? Hombre, pues según se mire. En el principio de los tiempos ni era un estado, luego era uno, pero tan chungo que no merecía ni ser llamado así. Vivían en la edad del hierro cuando navegantes Chinos ya estaban explorando California, aunque todos fueron conquistados por los mongoles (el imperio más grande e ignorado de la historia). El Tíbet desde esas fue un reino cliente, una especie de estado vasallo de la China imperial, una zona que no gobiernas, pero que consideras que en cuanto te venga en gana, te la quedas; y claro, en el siglo XVIII el estado chino se hizo un poco más fuerte y se lo quedó. Pero en mala hora lo hizo, resulta que poco después estaban llegando los ingleses que se dedicaron a putear a los chinos en todo lo que pudieron (provocando para tener una guerra, ganársela, y sacar tajada de todo el fregado). Recordemos que 55 días en Pekín se olvida de contarnos que el emperador de China sólo quiere que dejen de vender opio los mercaderes ingleses porque tiene a toda la población flipando la mitad del día en jornada laboral (los chinos no vendieron el opio a los occidentales, fue al revés... A cambio del te y la seda, los ingleses preferían pagar con la amapola que se cultivaba en sus colonias de la India, Pakistán y Afganistan, exactamente igual que hoy en día). Bueno, el puteo de los ingleses que llevó a varias guerras con China trajo consigo una expansión de las colonias de la India a costa del territorio del Tíbet. Los locales quedaron encantados de cambiar de dueño, pero seguian teniendo un dueño. ¿Por qué querían cambiar? Pues porque a los ingleses les daba igual quién mandase y cómo lo hiciera mientras les dejasen comerciar en paz y en exclusiva, ellos seguían en la Edad del Hierro y listo. Este fregado de cambio de liderazgo viene poco antes de la primera guerra mundial.

¿Cómo se vivía en el Tíbet antes de los chinos? Pues muy sencillo, una pequeña clase sacerdotal y otra pequeña de nobles tienen toda la tierra y se dedican a dejar trabajar a los campesinos en ella a cambio de las rentas. El jefe es el Lama. Son budistas tibetanos, una secta minoritaria del budismo (los que más son, si no recuedo mal mis clases de historia de las religiones, son los del budismo Mahayana), pero con mucha pegada en Hollywood y muy buena prensa. Creen en eso del renacimiento como todos los budistas, pero con el detalle diferencial de que Buda está renaciendo todo el rato (el Lama) para guiar a las personas hacia la salida de la rueda de los renacimientos, especie de cárcel de carne para el alma inmortal. Si meditas muy mucho, te alejas de tu cuerpo y sus miserias y recibes la ayuda del Lama, pues ya no renaces y llegas al Nirvana con Kurt Cobain. De todas formas, lo monjes del Tíbet son mucho más mundanos de lo que la gente se piensa. Buda cree en el camino medio, en todo en su justa medida para alcanzar el equilibrio, o sea, que no te debes dejar pisar... No son como los monjes de aquí, que tienen aparentemente prohibida la violencia y deberían poner la otra mejilla.

Bueno, volviendo a la historia. Resulta que tras la Segunda Guerra Mundial, en China se impone el comunismo (Mao, el que nadaba cincuenta kilómetros en el río delante de las cámaras, un matao el Johnny Weysmuler ese!!!) tras la guerra civil que hubo antes, durante y después de la guerra contra Japón. Justo después, la India se independiza y entonces la influencia británica en el Tíbet como que se quedó apagada o fuera de cobertura en ese momento. En 1950 a Mao se le calentó la sangre y mandó a 80.000 soldados a tomar el tema... Cosas de Mao, que nunca mandaba menos de un puto montón de peña a hacer nada. Echan al Lama, que se las pira a la India o a Nepal, o por el mundo adelante a donde le hagan un poco de caso. Los que le hacen caso son los de la CIA, que quieren putear a los comunistas, y se monta una revuelta del copón en 1959, que acaba con una sangrienta (y eso en esa zona del mundo es un adjetivo que no se gana cualquiera) represión.

¿Cómo se vive en el Tíbet desde que es China-comunista? Pues en un inicio y luego con la revolución cultural, se le dio mucha caña al tema de la religión, llegando a meter a monjes en campos de concentración para reeducarlos. De cuando en cuando los chinos dejan de meter caña y el budismo resurge con fuerza. En cuanto se juntan cuatro pidiendo la independencia... Pues unos palos más y listo. ¿Economía y sociedad? Pues el estilo chino, tierra en cooperativa, luego en propiedad individual con medios de producción del estado, luego de nuevo volvemos a las cooperativas pero reformadas... Pero todo bastante pobre, porque la tierra nunca dio para mucho allí. Parece ser que los chinos están esquilmando los recursos (80% de los bosques talados) y que les meten residuos atómicos... Vamos, una provincia de segunda división (como a Costa da Morte aquí, pero sin percebes). Eso sí, mejoraron las infraestructuras, la sanidad y la educación a tope. Lo típico del socialismo hecho a machete.

¿Y qué pasa ahora? Pues que gracias a los Juegos Olímpicos están los chinos en agenda informativa. El otro día vi en la tele a un experto ponerse ciego diciendo que el Lama era la clave para el proceso de reconciliación y que hay que darles un gobierno autonómico a los tibetanos. Lo último que sentenciaba es que, si desaparece el Lama, que está por la labor de negociar, los chinos no tendrán manera de evitar los enfrentamientos... Y yo reflexiono: Joder, cuando muere un Lama, otro llega, según su religión es la misma persona, no debería haber mucho problema... Bueno cuéntaselo tú al experto, que a mi me da la risa. De todas formas, con un poco más de revuelo mediático, no creo que esté pasando nada muy diferente a lo que viene pasando desde 1959. Sólo que ahora miramos para ese lado. Y es que a la gente le sigue jodiendo que haya imperios coloniales que no estén hechos por blancos... O para blancos.

*La imagen que ilustra este texto muestra la región del Tíbet, para que se vea que es una provincia tocha de china, no es como el País Vasco, precisamente.

(Texto de Jorge Abel, profesor de Historia y, ante todo, amigo).

viernes, 28 de marzo de 2008

A mí me gustan grandes


Cuando me lo contaron creí que era un sueño. Recuerdo que esa noche estuve horas viendo anuncios de aparatos de electroestimulación (no me interesaban, por supuesto ya tenía uno). Al fin encontré lo que buscaba: “Yo no sé los demás que dirán, pero a mí me gustan grandes”, se confiesa una señorita al volante de su coche. ¡Dios, qué emoción!, me sentía como Hansel y Gretel ante la casita de chocolate. Una viril voz en off explicaba: “cambia la vida, cambian las costumbres, cambian nuestros gustos, cambian las cosas a las que damos importancia; si algo no nos gusta, no nos llena (vaya, habría jurado que su tono era más de soplar nuca que de morder almohada), sencillamente lo cambiamos. Y eso está bien”. ¿cómo no va a estar bien?, si lo dicen continuamente en la tele... Y continuaba: “ellas aumentan sus pechos y sus labios para encontrarse mejor. ¿Por qué los hombres no vamos a hacer lo mismo?”.

Esas palabras me distrajeron un poco de mi objetivo inicial y pensé qué tal estaría yo con las protuberancias de Scarlett Johansson o los labios de la Jolie, pero un treintañero con pinta de buen mozo me reencauzó rápidamente. “Dice la gente que no es importante, que lo importante es esto, aquello o lo otro; pero cuando estás en el gimnasio, en el vestuario, con otros compañeros, y ves y comparas, (balanceo de cabeza en señal de negación) si la tienes más pequeña… (pausa dramática)”. Es cierto, pensé, lo único peor que ver como se dibuja una sonrisita en la cara de una tía cuando le enseñas tu palito del amor es perder la credibilidad para poder contar en el bar cómo la última rubia que te has ligado cantaba por lo bajo ‘Like a virgin’ (toda la canción es una metáfora sobre las pollas grandes, palabra de Tarantino) mientras se vestía para irse a casa.

“A ver si me explico: no es que antes fuera un desastre, es que ahora es increíble; pero aparte de su pene, que es sensiblemente más grande, lo que ha cambiado sobre todo es su actitud; ahora se siente más orgulloso, domina más la situación, nos apetece más y, claro, lo hacemos mucho más a menudo, entonces él está muy contento, y yo imagínate”. Las palabras de la chica del coche acabaron de convencerme. Ya me veía con mi melena al viento y mi pecho palomo descamisado, en plan Mario Cimarro. “¡¡Ven aquí, mujerrrrrr!! ¡¡Voy a darte plaserrrrrr!!” Y ella: “Aaay, mi sieeelo, no me cabe en el cuerpo tanto amooor”.

Ahora estoy lo que se dice bien armado

Un fulano con pinta de fontanero (se distinguen porque aunque el plano sea medio y frontal puedes imaginarte perfectamente su raja del culo asomando por unos pantalones holgados) apunta: “Funciona, es de esas cosas que dices: ¿cómo no se me ha ocurrido antes?” Pues hombre, es que si se me hubiera ocurrido a los 16 habría aprovechado que no me comía un colín para llevarlo puesto todo el día e ir abonando el terreno para el futuro. El Ron Jeremy español seguía explicando: “No necesitaba cirugía, ni acudir a una consulta, ni medicarme; sencillamente podía tenerla más grande (sonrisa de satisfacción), ¿y a quién no le apetece tenerla más grande? Y chico, ni te imaginas. Aparte de que ahora estoy lo que se dice bien armado, mi vida sexual ha mejorado muchísimo”. Este testimonio fue decisivo.

Después de un año usando el agrandador la tengo de dos palmos y no doy abasto. Mostrar mi tronquito festivo es como sacar los Donetes: me salen amigas por todas partes. ¡¡Gracias, Jes-Extender!!

miércoles, 26 de marzo de 2008

Salva a la animadora, salva el mundo


Que las grandes expectativas suelen preceder a grandes decepciones es una lección que todos aprendemos ya en la infancia. Muchos quizá demasiado pronto. Si a pesar de todo nos esforzamos para tratar de obviar esa sombra que se cierne sobre cada una de nuestras esperanzas y seguimos siendo capaces de ilusionarnos como críos con los pequeños detalles, las puertas de Nunca Jamás seguirán siempre abiertas para nosotros. La huelga de guionistas en Hollywood ha dejado a millones de ‘niños perdidos’ con el alma en vilo a la espera de que se reanude la emisión de ‘Héroes’. Con un estilo narrativo muy próximo al cómic, Tim Kring ha realizado -como una vez me sugirió un buen amigo- “la serie que seguramente a él le hubiese gustado ver cuando era niño”.

¿Y a qué persona que conserve una pizca de imaginación no le atrae el tema de los superpoderes?

Para los profanos en la materia, ‘Héroes’ es una serie coral en la que las vidas de personas anónimas de diversas partes del mundo (principalmente estadounidenses, que para ellos viene a ser prácticamente lo mismo) se van entrelazando irremediablemente por efecto de aquello que los hace especiales: una serie de mutaciones genéticas les confieren capacidades sobrehumanas. El hilo conductor es la percepción del futuro a través de las habilidades de dos de sus protagonistas, Hiro Nakamura (capaz de romper el continuo espacio-tiempo) e Isaac Méndez (tiene el don de plasmarlo en sus cuadros mediante un trance inducido -en un primer momento- por la heroína). La humanidad corre un grave peligro y una frase contiene la clave para evitarlo: salva a la animadora, salva el mundo.

Segundas partes
Hemos visto que en las películas de superhéroes las secuelas rara vez están a la altura, aunque la saga del ‘hombre murciélago’ es una excepción a la regla. Batman Returns es un excelente producto, y lo es probablemente porque vuelve a asumir la dirección Tim Burton y porque con un reparto encabezado por Michael Keaton, Danny De Vito, Michelle Pfeiffer y Christopher Walken es más difícil –presumo- hacer una cagada. Las siguientes entregas contaron con actores muy válidos (George Clooney, Tommy Lee Jones, Nicole Kidman o Uma Thurman). Desgraciadamente, Joel Schumacher no era ya el mismo de trabajos anteriores como ‘El Cliente’, ‘Un día de furia’ o ‘Tiempo de matar’ (y ya nunca volvería a serlo).

Pero la ilusión es tan leve que basta un soplo de aire fresco para reavivar su fuego. Con el fichaje de Christopher Nolan para dirigir la precuela ‘Batman begins’ los amantes del género recuperamos la fe, no sólo por que asumiese la dirección el autor de la imprescindible ‘Memento’ y la aceptable ‘Insomnio’, sino también por el excepcional elenco de actores con el que contaría. Liam Neeson, Michael Caine, Morgan Freeman, Gary Oldman y Rutger Hauer forman un repóker de veteranos difícilmente igualable (atención también a la evolución del prometedor Cillian Murphy), y la elección de Christian Bale como protagonista es, sin duda, la guinda del pastel.

Villanos
A mediados de julio está previsto el estreno en Australia de ‘The Dark Knight’ (llegará a España un mes más tarde), secuela de ‘Batman begins’ que muestra la génesis del psicópata conocido como el ‘Joker’, interpretado por el recientemente fallecido Heath Ledger. Christian Bale vuelve a enfundarse el traje negro para plantar cara al que se convertirá en su archienemigo mientras trata de hacer frente a sus propios demonios. Todo protagonista necesita su antagonista y los perfiles del bien y el mal deben ser turbios, difusos y, si es posible, indistinguibles por momentos. Los creadores de ‘Héroes’ lo tienen claro y del tercer volumen (la emisión del primer capítulo está prevista para septiembre) conocemos ya su atractivo título: Villanos.

Si el Joker pasa por ser uno de los criminales más carismáticos de los comics (ojalá Ledger esté a la altura de Jack Nicholson en ‘Batman’), en Sylar –el megalómano psicópata de Héroes- convergen todos los ingredientes necesarios de un villano legendario: inteligencia, carisma y un temible poder. La elección de Zachary Quinto (muy pronto podremos verlo encarnando a un joven Spock en la precuela de Star Trek, con el mismo título) y una personalidad tan oscura como atormentada tienen como resultado un personaje que provoca una irresistible atracción por el mal, aunque sin dejar –de momento- frases del tipo “únete a mí y juntos dominaremos la galaxia” que los freaks impenitentes podamos repetir como una especie de mantra.

“Quien salva una vida…
…salva el mundo entero”. Así lo proclama una frase contenida en el Talmud, obra que recoge la tradición oral del judaísmo. Muchos recordarán la cita gracias a la película ‘La lista de Schindler’, de Steven Spielberg. Derrotada Alemania, Oskar Schindler se despide de los operarios de su fábrica antes de huir (sabe que será perseguido por colaborar con el régimen), y estos le entregan una carta firmada por todos y un anillo con dicha inscripción. Es fácil entender parte de su significado cuando, en el epílogo, se ofrecen algunas cifras estremecedoras: Durante el holocausto fueron asesinados más de 6.000.000 de judíos; hoy quedan en Polonia menos de 4.000 judíos; existen más de 6.000 descendientes de los judíos de Schindler.

En un sentido un poco menos obvio, el mensaje es que los hechos trascendentes parten de acciones que en sí mismas pueden parecer poco significativas. Del mismo modo, la frase “salva a la animadora, salva el mundo”, leit motiv principal de la primera temporada de ‘Héroes’, hace partícipes a los espectadores de la lucha entre el bien y el mal. En el segundo volumen (atención, contiene detalles de la trama) un Sylar privado de sus poderes asesina a tanta gente por pura inercia como lo había hecho en el primero por ‘imperativo evolutivo’. El tercero, ya con Sylar recuperado y con un título tan sugerente como ‘Villanos’, promete mucho y muy bueno. O muy malo, tanto monta.

jueves, 13 de marzo de 2008

Hostias (consagradas) como panes


Suena el despertador, me revuelvo un par de veces y enciendo la luz. Mi gata me mira desde encima de la cama, como queriendo recordarme que: a) soy sólo un poco menos perezoso que ella en este momento del día; b) no debo olvidarme de su ración matutina de mimos. Vierto los cereales (de chocolate, por supuesto) sobre la leche y enciendo la tele para zapear un poco. Como soy más bien nocturno, es ya lo suficientemente tarde para que la programación infantil haya dado paso al marujeo y mientras cambio a ritmo de cinco segundos por canal me detiene un reportaje sobre los celíacos y las hostias. Las de la Iglesia, claro.

Las polémicas respecto a las religiones son mi punto débil y ardo en deseos de saber qué nuevo modo de alterar los ánimos de los fieles han encontrado ahora mis ‘colegas’. Llego justo a tiempo para enterarme de que los padres de un niño celíaco han solicitado que su primera comunión sea con una hostia sin gluten y que, por supuesto, la respuesta de las autoridades eclesiásticas del lugar ha sido que, si quiere cumplir con el sacramento, que lo haga solamente con vino. Supongo que a los miembros de la Diócesis de Huesca debió de parecerles que un ‘cuerpo de Cristo desgluteinizado’ sería como si en su tasca habitual les pusieran mosto en lugar del tintorro peleón de toda la vida.

Me marcho a cumplir con mis obligaciones laborales y cuando regreso sigo dándole vueltas al asunto, así que recurro a San Google (atención al astuto guiño) y accedo a la primera noticia de la lista. Elperiodico.com titula: “La Iglesia prohibe a un niño celiaco comulgar con una hostia sin gluten”. Pero lo mejor son las declaraciones de la airada madre: “Esta situación nos está provocando incluso una crisis de fe. Me pregunto qué le estoy inculcando a mis hijos cuando es la Iglesia la que nos está dejando de lado”. El Periódico informa de que en 2003 la Conferencia Episcopal Española permitió a los celíacos comulgar con vino. En este caso los padres se niegan a que su hijo consuma alcohol, aunque sea un sorbo, así que propusieron cambiarlo por mosto, recibiendo, como era de esperar, una nueva negativa.

Todo esto me recuerda a los colectivos homosexuales que solicitaban que la Iglesia les reconociese no sólo su derecho a emparejarse –ahí el clero ni pincha ni corta, gracias a Dios (segundo guiño, para los despistados)- sino también el de contraer matrimonio por el rito católico. A su vez, aquella polémica me hizo pensar en escribir un relato en el que un negro, o mejor mulato, para más inri (y con este tercer guiño espero que me excomulguen de una vez) intentaría ingresar en el Ku Klux Klan y, tras varias intentonas a cual más desternillante, acabaría crucificado como un ‘rex iudaeorum’ contemporáneo. Jesucristo 2008 se llamaría el relato.

Resulta ridículo que alguien quiera pertenecer a una institución que lo discrimina directamente, pero es aún más lamentable que tengamos que vernos afectados en persona para poner el grito en el cielo. Esta actitud la recoge perfectamente un poema erróneamente atribuido a Bertold Brecht que en realidad proviene de un sermón del pastor protestante alemán Martin Niemöller. Existen varias versiones, debido a que su transmisión original fue oral. Ésta es una de ellas:

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.”

martes, 11 de marzo de 2008

Un adecuado representante para Eurovisión

¿Qué tienen en común La hora chanante y Rodolfo Chiquilicuatre? Sí, los dos provocan la risa, es cierto, pero también Esperanza Aguirre, así que seamos más precisos. Los dos primeros van del humor al humor por el humor, mientras que Espe lo hace con más rodeos, es decir, tomándose a sí misma en serio. A lo contrario se le llama parodia, un subgénero que conjuga los gags más elementales (y por ello los más inevitablemente desternillantes) con enormes dosis de ironía y sarcasmo. A esa ‘intención oculta’, no exenta por supuesto de malicia, le llamamos retranca (sobre todo en Galicia).

Aunque la manejemos con cotidianidad y suficiencia, la retranca no es patrimonio exclusivo de los que vivimos al oeste del Padornelo, pero conviene matizar que lejos de nuestras tierras suele manifestarse no tanto como fin en sí mismo, sino como complemento del humor paródico. La caprichosa Noria de la moda ha vuelto a elevar al cielo esta manera de pensar el mundo, aunque en la tradición artística española existen numerosos ejemplos difícilmente igualables. Cervantes, Muñoz Seca (literatura), Goya, Dalí (pintura), Buñuel o Alex de la Iglesia (cine) -por citar algunos ejemplos ilustres- han sido grandes cultivadores de la parodia en sus respectivas disciplinas.

Además de apoyar la tesis de que poner cualquier decisión en manos del voto popular es como subirse al trapecio sin red, el hecho de que el personaje Rodolfo Chiquilicuatre nos vaya a representar en Eurovision pone de manifiesto que en España sabemos reírnos de nosotros mismos. Así es que en este caso no puedo estar más satisfecho con el curso de los acontecimientos, porque la diferencia entre la levedad de un concurso musical hortera y pasado de moda y la importancia de unas elecciones generales es demasiado evidente como para desgastar en vano las letras del teclado.

El análisis de las últimas generales se lo dejaré a los politólogos y a los dirigentes políticos (que desgraciadamente pocas veces coinciden). El único debate que me interesa al respecto concierne a la representatividad del voto y a porqué después de tres décadas de democracia no nos planteamos si el modelo de representación territorial no está ya obsoleto y es momento de acercarnos al de ‘una persona, un voto’. Si nos dijeran que los emitidos por los licenciados valen más que los de los titulados en FP o que los de parados y pensionistas tienen menos peso que los de los ocupados muchos se echarían las manos a la cabeza, pero nos dicen que el voto de un pontevedrés cuenta menos que el de un alavés y nos quedamos tan tranquilos.

La parodia
En cuanto al ‘chiki chiki’, estoy encantado, me parece una canción verdaderamente representativa de la música latina en su acepción más deplorable. La diferencia con cualquier estrella del reggaetón es el carácter paródico de Rodolfo Chiquilicuatre y es precisamente el hecho de que –como Esperanza Aguirre con su labor política- los primeros sí se tomen en serio su música lo que les confiere una dimensión verdaderamente patética.

Lo que quiero decir es que debemos apreciarlo como una gran noticia para la música. Rodolfo nunca robará público a Serrat, Fito, Calamaro o Marlango, pero sí tiene la oportunidad de desplazar a los Don Omar o Daddy Yankee de turno e incluso sumar adeptos entre quienes aborrecemos el género. Es el mismo motivo por el que abomino de ‘El motorista fantasma’ o ‘Con Air’ (Nicholas Cage agrandando su ‘leyenda’), mientras disfrutaré siempre como un niño con ‘Evil Dead’ –Posesión infernal- y cualquiera de sus fantásticas secuelas, siempre con el genial Bruce Campbell como delirante, histriónico y carismático pseudohéroe.

Universo chanante
El otro motivo de satisfacción para los amantes del humor surrealista, absurdo y a menudo políticamente incorrecto es la expansión del fenómeno de ‘La hora chanante’. Los Joaquín Reyes, Julián López, Ernesto Sevilla y compañía han trascendido el ámbito minoritario de Canal Nou y Paramount Comedy para hacerse definitivamente con el gran público. No se trata sólo del éxito de la emisión en La 2 de ‘Muchachada Nui’, sino de cómo un concepto rejuvenecido de humor impregna asimismo espacios como ‘Noche Hache’ en Cuatro o ‘Sé lo que hicisteis’ en La Sexta, en ambos casos con una buena acogida por parte de la audiencia.

La constatación de que se puede obtener rentabilidad con productos originales y de calidad debería abrir el camino para dejar atrás los viejos formatos, anclados en el recuerdo de ‘Esta noche cruzamos en Mississippi’ o ‘Crónicas Marcianas’ y, sobre todo, una válvula de escape a tanta ‘Salsa Rosa’, ‘Dolce Vita’ o ‘Corazón, Corazón’. A ver si así nos dedicamos más a afrontar la vida con humor y menos a tocar los cojones.