miércoles, 31 de diciembre de 2008

Calcio y vegetales


En estas fechas tan señaladas, lo que me pone es hablar de excesos alimentarios. Soy así de cabroncete. Muchos habréis visto ya el revelador documental 'Super size me', un interesante experimento ideado, dirigido y protagonizado por Morgan Spurlock en 2004, en el que se ponen al desnudo las vergüenzas de una sociedad sobrealimentada y malnutrida (que no desnutrida). Las reglas son sencillas: un mes alimentándose exclusivamente en McDonald’s sin renunciar ningún día a las tres comidas básicas, sin dejar de tomar al menos una vez en esos 30 días cada producto de la carta y sin rechazar la ración grande (menú ‘Super Size’) cuando el dependiente la ofrezca directamente.

Spurlock no esconde nada. Todos sabemos desde el primer minuto de metraje que los perjuicios de la comida rápida son un hecho más que contrastado. Entonces, ¿por qué has empleado el término revelador, Andrés? Dejaré que os conteste el propio narrador: “En 2002 unos cuantos americanos se hartaron de cargar con su exceso de peso e hicieron lo que mejor sabemos hacer: denunciar a los responsables (…) Algo inimaginable de pronto se había convertido en realidad: la gente demandaba a la gran M por venderle comida que la mayoría de nosotros sabe que no es buena para la salud”.

Lo que se cuestiona no es si los consumidores -concepto supremo que ha sustituido al de ciudadanos incluso en el paraíso del patriotismo- saben que las grandes cadenas les ofrecen productos con un valor nutricional desequilibrado, sino si son realmente conscientes de hasta qué punto este tipo de alimentos afecta no sólo a su figura sino a su salud general a todos (absolutamente todos) los niveles. En sólo 30 días, Spurlock pasa de 84 a 95 kgs., su colesterol aumenta 65 puntos, su nivel de grasa corporal pasa del 11 al 18%, su hígado se inflama y endurece (síndrome de hígado graso), su estado de ánimo se vuelve depresivo y su libido decae al mínimo (no abráis tanto los ojos, que esto último es casi lo de menos).

Aquí tú eres el King
Los más pequeños están expuestos al bombardeo publicitario sin haber sido provistos todavía de los mecanismos necesarios para filtrar los mensajes. Atención a la reflexión que recoge el documental: “Un niño americano medio ve por televisión 10.000 anuncios de alimentos al año, el 95% de los cuales es de cereales azucarados, refrescos, comidas rápidas y caramelos. Un padre que hace todas las comidas, todos los días, durante todo el año con su hijo transmite un mensaje nutricional muy potente, pero necesitaría a los personajes de dibujos animados y que Michael Jordan, en lugar de vender McDonald’s, vendiera naranjas, y Brittney Spears, en lugar de vender Pepsi, vendiera rábanos, lechuga o algo así, porque ese padre tendrá 1.000 ocasiones de transmitir mensajes a su hijo frente a las 10.000 de la industria alimentaria”.

Los datos de inversión publicitaria en medios directos de diferentes empresas y campañas a lo largo del año 2001 hablan por sí solos: McDonald´s, 1.400 millones de dólares; Pepsi, 1.000 millones; Hershey Foods (caramelos), 200 millones; campaña ‘Cinco frutas y verduras al día’, 2 millones de dólares.

Spurlock recoge testimonios tan elocuentes como el de una niña plantada ante un plato de patatas fritas y un vaso de leche, menú que describe como “calcio y vegetales”. Con un par. El último anuncio de McDonald´s, en el que el equipo perdedor de un partido de fútbol infantil se regocija en sus hamburguesas ante la desolación de los ganadores (a los que seguramente les espera alguna asquerosa fruta) se repite hasta la saciedad en todas las cadenas. Burguer King (“aquí tú eres el King”) manipula tanto el ansia de rebelión ante la autoridad paterna como el sentimiento de culpa de los padres, conscientes de que no dedican a sus hijos el tiempo necesario. Mientras tanto, las feministas siguen bloqueando campañas basadas en el uso del cuerpo como reclamo sexual. Supongo que es la prueba de que todos sabemos qué mensajes son realmente nocivos y perversos. ¿Verdad?

viernes, 19 de diciembre de 2008

Yo también puedo escribir una fábula feminista


Se detuvo Dios a contemplar el Mundo que había creado y le pareció tremendamente aburrido. Así que ideó la reproducción sexual porque, como una vez explicó a los inquisitivos ángeles, "siempre he preferido las composiciones con fichas de dominó al Ibertrén", que era otra forma de decir "quiero ver qué pasa" (lo cual no es lo mismo que saberlo de antemano). Decidió dotar a algunas de sus criaturas de caracteres sexuales distintos, de modo que del emparejamiento entre estos surgiesen seres genéticamente diferentes de sus progenitores.

Llevaba tiempo dándole vueltas al boceto del ser humano, así que eligió el primer individuo a 'cara o cruz' (en realidad lanzó una hoja a 'haz o envés') y salió hombre. Tomó el barro primigéneo en el que residían como un todo homogéneo los vicios y las virtudes y, al modelarlo, unos y otras fueron depositándose, aleatoriamente, en diferentes partes del cuerpo que iba tomando forma. Pensó que sería buena idea que la hembra, la mujer, llevase parte del hombre en su propio cuerpo, así que le arrancó a éste una costilla y volvió a meclzarla con el barro, convencido de que, de ese modo, crearía entre ambos un vínculo perenne. Y así Adán y Eva, en el mismo momento, tomaron conciencia de sí mismos y del entorno en el que vivían.

Sintió el Diablo curiosidad por ver en qué modo había afectado a las más recientes creaciones de Dios la diferente composición del barro con el que les había dado forma, así que decidió llevar a cabo una apuesta con el 'pantocrátor' (aunque sus allegados le llaman 'pan', no tanto por economía lingüística sino por considerarlo más ajustado a su esencia). Los detalles del reto no trascendieron, pero sí sus consecuencias.

Advirtió Dios a los humanos: "Podéis disfrutar de todo cuanto os ofrece el Paraíso, excepto de este manzano". El Diablo, por aquel entonces aún poco diestro en el arte de la seducción, creyó que la forma de serpiente sería la que mejor atraería el interés de Adán. Lo que no imaginaba era que éste, ante aquel animal de inequívoca forma fálica, sentiría herido (por comparación) su orgullo viril. Dicen las malas lenguas que, mientras regresaba junto a Eva, no dejaba de imaginarla gozando de aquellas extraordinarias dimensiones. Así se originó el primer caso de malos tratos de la historia.

Eva quedó inmediatamente prendada del encanto de la serpiente, no por su forma, sino por sus sensuales movimientos y su hipnótico silbido. "No puede pasarte nada por comer del manzano, Eva. Dios es amor, no ira. Es vida, no muerte. Es compasión, no egoísmo. Si comes la manzana, serás como Dios". Así que Eva fue en busca de Adán y, tras una larga conversación, decidieron comer a la vez y asumir juntos las consecuencias, positivas o negativas.

Pero cuando Dios apareció con su semblante más aterrador y les exigió una explicación por haber hecho caso omiso a su advertencia, Adán sintió pánico y elevó su índice acusador contra Eva: "Yo no quería hacerlo, fue ella quien me convenció". Dios acarició con suavidad la mejilla de la mujer, bendiciéndola así para siempre con el don de la Ternura. Después miró con dureza a Adán y le dijo: "Ahora sé que al quitarte la costilla te dejé sin el Valor. Espero que los hijos de tus hijos acaben recuperándolo. Pagarás con el sudor de tu frente esta ofensa a Eva". Y entonces se retiró musitando: "no soporto a los delatores".

*Imagen: 'Adam und Eva' (Adán y Eva), de Durero.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La más puta de todas las señoras


Cuando la conocí, me contentaba con observarla desde una distancia prudente, podría decirse que con cierto disimulo. Admiraba su sensualidad en los barrios rojos de las postales y las guías de viajes. Tenía la impresión de que ella me miraba desde el interior de la vitrina en la que permanecía enjaulada/resguardada, misteriosa y altanera como Daniela (Monica Bellucci) en ‘¿Cuánto me amas?’ (Combien tu m'aimes?).

Me esperaba para nuestra primera cita con una sonrisa discreta, pero no hizo ninguna excepción en el trato. Según las normas, acordamos un precio y pagué el servicio básico por adelantado. Los extras, siempre aparte. Yo era tan inocente que pensaba que habría sutilezas en los preliminares, pero pronto me vi literalmente fagocitado. Caí en la ilusión de que era yo quien la penetraba, sin darme cuenta de que, tanto en aquella ocasión como en cada una de las posteriores, quedaba más de ella en mí que de mí en ella.

Del Retiro a Chamartín, del Templo de Debod a la Puerta del Sol, de El Prado a Las Ventas, nos hemos amado a intervalos, pero poniendo en cada encuentro la clase de pasión que sólo puede expresarse en presente continuo. Que muere (como terminó anoche) al coger en la Estación Sur el autobús de regreso a Galicia. Que renacerá con la misma llama la próxima vez. Y la próxima. Y la próxima…

Madrid y yo vivimos en un permanente romance, pero ambos sabemos que nunca podrá desembocar en algo más serio (si es que hay algo más serio que un romance). Ella jamás dejará de ser, entre todas las ciudades de España, “la más puta de todas las señoras, la más señora de todas las putas” (que el maestro Sabina me disculpe los versos robados). Y yo, aunque a veces se me ponga el cuerpo un poco Chinaski, sigo teniendo -bajo doble llave, eso sí- el corazón de Werther.