jueves, 26 de febrero de 2009

Una mujer de su tiempo


En las biografías de las celebridades podemos encontrar referencias a la relación que éstas mantuvieron con la época que les tocó vivir. Simplificando, existen dos tendencias opuestas: Se dice “era un hombre de su tiempo” o bien “era un adelantado a su tiempo”. En el segundo caso, el elogio nace de un cierto halo místico que envuelve a los precursores, aquellos que van más allá de lo que en cada momento se considera moderno (hoy diríamos actual). Son, generalmente, personalidades excéntricas, inadaptadas. Los parias de hoy son los mitos de mañana.
Más interesante es el primer caso. ¿Qué tiene de admirable que un personaje sea “un hombre de su tiempo”? Nada, ciertamente. Así, podemos deducir fácilmente que el elogio no está en la persona, sino en la época (su tiempo). Lo curioso es que, si hacemos un pequeño repaso mental, seguramente nos costará encontrar este tipo de referencias atribuidas a hombres. Es la (vergonzosa) ventaja de haber estado siempre en la cima de la pirámide.
¿Qué nos querría decir el biógrafo que, pongamos por caso, asegurase que Letizia Ortiz es una “mujer de su tiempo”? Estaría dando a entender que, pese a formar parte de una institución como la monarquía, que considera rancia (y aun admitiendo que lo fuese, desde luego no dejaría de ser, en sentido estricto, tan de nuestro tiempo como un ipod), posee todas las cualidades que -se supone- caracterizan a las mujeres nacidas en el último tercio del siglo XX: amplia formación académica, independencia, equilibrio emocional...
Lo que la masa desea escuchar es que vivimos en el mejor de los mundos posibles (lo cual no supone novedad alguna desde que el hombre es hombre). Las mujeres “adelantadas a su tiempo” seguirán siendo parias hasta que el paso de los años nos permita (les permita, en realidad) verlas con perspectiva histórica. La misma que llevará a abominar de la “mujer de su tiempo” a los mismos que ahora lo ven como un valor indudablemente positivo.

lunes, 9 de febrero de 2009

A menos diferencias, menos abusos - por Jorge Abel


Javier Gómez-Navarro -el que fuera ministro de comercio del ex presidente Felipe González- expuso una idea interesante en los desayunos de La Primera al respecto de la crisis. El plan de Gómez-Navarro consistiría en reducir la contribución a la Seguridad Social por parte de los empresarios españoles (lo que se paga por cada trabajador, que luego sirve para recibir el paro y para que te atiendan en los hospitales) y luego, para refinanciar al estado, habría que subir en I.V.A. (un porcentaje que se lleva el estado por cada cosa que compramos).

¡Pues vaya idea más original! Puede decir cualquiera. Y tendría razón. Eso se ha repetido mucho y por muchos antes de hoy. Tengo que rectificar, por lo tanto, y aclarar que lo original no ha sido la idea, sino la justificación:

Los productos que fabricamos hoy en día en España están encarecidos por ese impuesto, mientras que los productos que están a la venta, si vienen de otros países, no lo están. Es posible que el gobierno de otro sitio no cobre impuestos de esa manera y que ello los haga muy interesantes para la exportación (a mí por China no me viene nada en el diccionario). Unos productos, por lo tanto, tienen menos capacidad para competir en el mercado que otros siendo originariamente realizados al mismo coste (la definición de competitividad debería ir por ahí).

Gómez-Navarro es Presidente del Consejo Superior de Cámaras de Oficiales de Comercio, Industria y Navegación de España (vaya nombrecito, por Dios). Con ese cargo no parece que esté precisamente del lado del trabajador, pero la idea que puede estar planteando sí que podría ayudar a muchos a conservar su empleo, y a otros a conseguir uno nuevo.

Los empresarios serios de verdad, los de la C.E.O.E. (la Confederación Española de Organizaciones Empresariales) lo que quieren es cambiar la legislación y abaratar el despido. Buen truco el de aprovecharse de los momentos en los que estamos. La oferta de mano de obra es mayor que la demanda y la gente se dejaría dar por el ojete en público si luego le garantizan un mileurismo (y es que el hambre de tus hijos siempre es peor). El problema de esa medida, en general, es que antes te dejabas las pestañas currando para que te hicieran fijo, y cuando llegaban las vacas flacas, el jefe sólo podía pulir a los que estaban empezando. Ahora, con este cambio, lo que puede pasar es que empiecen a largar a esa peña que tiene cuarenta años y dos hijos y que nunca más va a pillar un trabajo en condiciones… Pensemos un momento en qué tipo de sociedad queremos vivir.

Decía además Cándido Méndez (el bajito del dúo cómico de sindicalistas, el de UGT), que los empresarios quieren que las decisiones de despidos queden fuera del arbitraje de los tribunales. Vamos, el 'far west'. Sin el estado y sin la justicia el empresario vuelve a ser el nuevo señor feudal que dispone de las vidas de sus trabajadores. Ya me lo imagino yo: "Para conservar tu puesto de trabajo, Antoñito, ¿por qué no me mandas a tu mujer a casa este fin de semana, que mi Mari se ha marchado con los niños?"

En resumen, pese a que siempre he defendido –y defiendo- la contribución mediante impuestos directos y con tramos progresivos, puede que en el caso de la Seguridad Social haya que plantearse un nuevo método de impuestos indirectos. Eso sí, el I.V.A. que sirviese para equilibrar el presupuesto hay que meterlo directamente en los objetos que graven el lujo porque de lo contrario las diferencias entre ricos y pobres en España se volverán más insalvables de lo que ya lo son en la actualidad. Yo, desde el máximo de los respetos a las que lo son, no quiero vivir en España a lo república bananera, con oligarquías, dictadores y todas esas cosas. Como es lógico, a menos diferencias, menos abusos.

*Imagen: 'Le droit du Seigneur' (El derecho del Señor), de Wassilij Polenow