jueves, 4 de agosto de 2011

viernes, 15 de julio de 2011

Vivir para contarlo


-¿Se va de vacaciones el señor?
-No podría, estimado amigo. El descanso no es una opción cuando es la dignidad lo que está en juego.
-¿Acaso no se ha ganado ya su pedazo de cielo?
-¿No has oído aquello de que la revolución es como una bicicleta?
-Que no tiene marcha atrás...
-...Y tampoco tiene punto muerto, camarada.
-No sé si comprendo.
-Lo entenderás cuando tengas la dicha de contemplar la beatífica gratitud en los ojos de uno de esos encantadores negritos. Para ellos somos como dioses, tenemos que sujetarnos fuertemente para no caernos del Olimpo mitológico al que nos transportan.
-Querrá decir que tienen que sujetarse al suelo para no elevarse a su cielo...
-...¡Pero ven conmigo, amigo! ¡Qué mal gusto, qué imperdonable sobreentendido por mi parte! si aún no te he mostrado las fotos de mi último viaje. ¡Ay, si simplemente cada uno cumpliese con su parte! Sería tan fácil mitigar su miseria.
-Disculpe el atrevimiento, señor, sin duda fruto de mi ignorancia, pero ¿no sería más práctico evitarse las reservas on-line, las largas horas de vuelo y las vacunas y echar una mano a las monjas del comedor...?
-...Qué razón tienes, compañero, tu ignorancia es atrevida, aunque sin duda ocurrente. No se trata solo de mi gesto, sino de las sensibilidades que con él se movilizan. ¡Cuántos corazones sensibles permanecieron aletargados antes de recibir el aguijonazo de la conciencia!
-A las fotos en Facebook se refiere usted...
-No son fotos, amigo, son cargas de profundidad contra el hastío y la mansedumbre en que el capitalismo sume al obrero.
-Ya, supongo que la luz no es buena en el comedor.
-Imagínate, iluminación tenue, paredes blancas y blancos también los pobres. ¿Tú crees que eso puede conmover a alguien, alma cándida?

martes, 28 de junio de 2011

De la lealtad y la elegancia



La última parte de la entrevista con Monica Bellucci publicada en el número 1234 del suplemento XL Semanal contiene interesantes reflexiones acerca de la fidelidad, la lealtad y la elegancia como un estilo de vida más allá de la superficie. Poco voy a aportar de mi cosecha, porque si hubiésemos desarrollado la teoría codo con codo el resultado no habría sido más parecido.

"Monica considera que «una puede apasionarse por un hombre perfectamente detestable, pero eso no tiene nada que ver con una relación profunda, auténtica. En una relación de este tipo, la pasión sigue dándose, pero hay otras cosas más importantes: la confianza, el respeto, saber que tu hombre es leal… Y aquí no estoy hablando del sexo, sino que me refiero a la seguridad de que él va a estar a tu lado cuando lo necesites. Lo que para mí resulta más importante que la simple fidelidad al uso».
Entiendo que estamos adentrándonos en terreno pantanoso. ¿Me está diciendo que la fidelidad, en el plano sexual, no es importante? Monica de nuevo se encoge de hombros y prosigue, con expresión de no dar mucha importancia al asunto: «Sería ridículo exigirle fidelidad a mi hombre si no estoy a su lado durante dos meses. No tendría sentido preguntarle qué ha estado haciendo o a quién ha estado viendo. Es más realista y adulto considerar que lo principal es otra cosa: que estará conmigo cuando nos veamos».
Entiendo que lo que dice es que, dada la infidelidad, ella valora la discreción, pero Bellucci niega con la cabeza y apunta: «No. Estoy hablando de la lealtad y, de lo más importante de todo, de la elegancia». Monica repite esta palabra varias veces y explica su significado. Para Bellucci, la elegancia no tiene que ver solo con el corte preciso de un vestido, sino que es una forma de estar en el mundo, una manera de vivir el presente. La intuición de que, si las cosas funcionan bien cuando ambos están juntos, nada más tiene importancia. Aunque quizá, como decía al principio, una siempre tiene que ceder en algo."

Eleanor Mills
XLSemanal

lunes, 6 de junio de 2011

Al pan, pan



usura.
(Del lat. usūra).
1. f. Interés que se lleva por el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo.
2. f. Este mismo contrato.
3. f. Interés excesivo en un préstamo.
4. f. Ganancia, fruto, utilidad o aumento que se saca de algo, especialmente cuando es excesivo.

lunes, 16 de mayo de 2011

La caverna



Bajo la cáscara de los televisores
sueña ecuaciones de segundo grado
un rebaño de serpientes que otrora, al menos,
presumieron de ser lagartos.
Al vigía le sangra la garganta
de arrancarse los silencios sin anestesia,
de golpear su voz contra un muro
en el que ya nadie se lamenta
porque el último adorador del sol
persigue sombras entre las piedras.