domingo, 1 de noviembre de 2009

De todas las mujeres que haya en mi vida...


Confieso que, a fuerza de convivir con televisiones, revistas, carteles publicitarios y demás, he acabado por desorientarme y ya no tengo claro dónde termina lo que es simple libertad de expresión y empieza el machismo puro y duro. Por eso -metódico que es uno- para reconocerlo a la mínima sospecha, he estado considerando una fórmula práctica, que consiste en tomar el comentario o el anuncio de turno e invertir los roles masculino y femenino.
En mi calle hay uno de esos soportes estáticos de publicidad (como curiosidad, el nombre técnico es MUPI: Mueble Urbano para la Presentación de Información), que estos días muestra una imagen de la campaña de la Secretaría General Iberoamericana y la Organización Iberoamericana de Juventud contra la violencia machista dirigida a los inmigrantes de Latinoamérica, cuyo lema reza: "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo / De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo".
He pensado qué pasaría si fuese de madrugada, con un spray, y cambiase los 'más' por 'menos' y viceversa, como quien se para en la autopista para pintar una 'L' antes de A Coruña, pero inmediatemente me he dado cuenta de que, si me pillaban, no sólo me denunciarían por vandalismo, sino también por provocador, demagogo y falócrata. Y gilipollas, sobre todo.
Igual es que a nadie se le ha ocurrido que el mensaje más razonable debería enfatizar la igualdad, que no es exactamente lo mismo que la discriminación positiva. El clásico "somos iguales, somos diferentes", que tan bien define la problemática de la interculturalidad, se adapta mucho mejor a la idea que -imagino- se quiere transmitir. Salvo, claro está, que la idea que se quiera transmitir es que una mujer ha de ser igual o superior a un hombre.
Y ya entrados en el juego de la retórica, ¿qué hay de aquellas personas cuyas tendencias no son heterosexuales? ¿Por qué quedan sistemáticamente olvidadas cuando tratamos de violencia doméstica? ¿Acaso hay motivos razonables para presuponer que en las parejas homosexuales no se dan casos de malos tratos? ¿No debería Bibiana Aído, ministra de Igualdad, velar porque ellos también formasen parte de los asuntos públicos?

3 comentarios:

U.B dijo...

¡Oye, perro, que hace mucho que no hablamos!

Agurdión dijo...

No sé si has visto el cirio que le montaron a Enrique Lynch por cuestionar los términos de este anuncio. Aunque para mí se pasa de frenada al meter de por medio el asunto de las canciones.

Andrés Rivas Santos dijo...

Quizá se exceda un pelín (más que nada diría que mea fuera del tiesto a ratos), pero como parodia de la situación no está tan mal lo que dice. Si se ha liado la cosa es porque últimamente estamos todos con la sensibilidad demasiado a flor de piel hasta para las chorradas más banales.