lunes, 11 de agosto de 2008

Más alto, más fuerte, más rápido

A todos los que afirman tajantemente que el deporte -particularmente el de alto rendimiento- no va con ellos, suelo recomendarles que antes de excluirlo por completo de sus vidas dediquen unos minutos a contemplar esas hazañas de las que a menudo sólo han oído hablar.
Nadia Comaneci es de los pocos deportistas que sistemáticamente consiguen que se me erice hasta el último folículo cada vez que veo alguno de sus videos. El que he elegido corresponde al ejercicio de barras asimétricas de los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, donde por primera vez en la historia se concedió un 10 a un gimnasta.

Prueba de lo insólito de su gesta es que, si os fijais, el marcador señala un 1.00, ya que no estaba preparado para marcar dobles dígitos en los enteros.
Para los que prefieren las disciplinas atléticas, probablemente no ha habido nadie comparable al ucraniano Sergey Bubka (no os pongais tiquismiquis con la ortografía, que a ver quién se aclara con la transcripción del alfabeto cirílico). Considerado el mejor pertiguista de la historia, fue el primero en superar la barrera de los 6 metros de altura (apenas una docena de atletas lo han logrado desde entonces) y en 1994 estableció en Sestriere el record del mundo al aire libre en 6.14 metros. Sólo se le acercan Maxim Tarasov y Dmitri Markov, ambos con una plusmarca personal de 6.05. Por supuesto, también es suyo el record en pista cubierta, con los 6.15 logrados en Donetsk en 1993, pero no el olímpico, que desde Atenas 2004 obra en poder de Timothy Mack, con un salto de 5.95.
Puede parecer increíble que en todos estos años nadie haya conseguido mejorar las cifras de Bubka, pero la suya no es ni de lejos la marca más antigua que se mantiene inamovible. La checoslovaca Jarmila Kratochvilova logró hace 25 años un tiempo de 1:53.28 en 800 metros, mientras en categoría masculina este honor corresponde al 'hijo del viento', Carl Lewis, que en 1984 voló en pista cubierta hasta los 8.79 (Mike Powell se fue hasta los 8.95 al aire libre en 1991 en Tokio).

Y entre tanto superhombre (y supermujer) quiere estar el estadounidense Michael Phelps, que tiene entre ceja y ceja el reto personal de superar en Pekín los siete oros conseguidos por su compatriota Mike Spitz en Munich 1972. De momento lleva dos, y al menos en las distancias individuales no parece que nadie vaya a poder poner freno a su ambición.
En los últimos años hemos asistido a la supremacía de verdaderos fenómenos como Michael Schumacher (heptacampeón de F1), Lance Armstrong (heptacampeón del Tour de Francia), Roger Federer (número uno de la ATP desde 2004, cinco veces ganador de Wimbledon, tres del US Open y tres del Open de Australia), entre otros.
Al menos tan difícil como convertirse en leyenda en deportes individuales es hacerlo en modalidades de equipo. Ahora que el bocazas de Kobe Bryant ha dicho que si EEUU no gana el oro en baloncesto masculino no volverá a casa (creo que en el Joventut hay una ficha libre tras la marcha de Rudy a la NBA), vale la pena recordar a ese genio llamado Michael Jordan.
'Air' Jordan ganó seis anillos con Chicago Bulls, con un promedio de 30.1 puntos por partido (el mayor en la historia de la liga), además de 10 títulos de máximo anotador, 5 MVP de la temporada y 6 MVP de las Finales entre otros logros. Pero por encima de todo, ha sido el más plástico y uno de los más decisivos (los puristas me matarían si olvidase a Wilt Chamberlain). Para muchos, el '23' de los Bulls ha sido el más grande, por cosas como ésta:

7 comentarios:

U.B dijo...

Qué bonito es el amor al trabajo, ¿verdad, Andrew? No me canso de ver el primer vídeo.

Anónimo dijo...

A min non me importaba facer como a Comaneci. E non me refiro a sacar un dez, se non a erizarche cada folículo de pel...

Andrés Rivas Santos dijo...

Vaya, qué gustazo leer un comentario anónimo y descubrir que en vez de ponerme a parir (que por lo visto debe de ser lo normal) me alegra el día y hasta lo que queda de semana. Merci beaucoup.

Anónimo dijo...

É que penso que neste texto, a diferencia de outros no que pecas de ser excesivamente pedante, non hai nada que criticar.

Andrés Rivas Santos dijo...

Pues ya me lo habían dicho alguna vez, pero te prometo que me esfuerzo en ir corregiendo poco a poco el defecto de la pedantería.

Anónimo dijo...

Ummm, dous anónimos, e ningún é o mesmo que o anterior. Eu non che direi quen son, pero che aseguro que o primeiro non ten que ver co segundo.

Anónimo dijo...

Je t'en prie, mon cheri...