sábado, 19 de julio de 2008

Muchachada Nui: la herencia de Mel Brooks


Hay que pagar un precio por disfrutar del verano. No es una norma escrita, pero es fácil llegar a esta conclusión viendo las carteleras de los cines y las parrillas de las cadenas de televisión cada vez que llegan estas fechas. Uno de los daños colaterales de la temporada estival es que nos hemos quedado temporalmente huérfanos de uno de los pocos programas de entretenimiento que conjugan un humor fresco y a menudo surrealista con impagables referencias culturales. No, no me refiero a Los Serrano, listillos, he dicho fresco y surrealista, no surrealista a secas. Estoy hablando de Muchachada Nui, la versión 2.0 de La Hora Chanante. Y de este tema os voy a hablar yo, que soy… ¡¡¡Andreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeés!!! -Rivas Santos-. Pa serviros.

Concretamente, me fascina la cinefilia de este grupo de cómicos capitaneado por Joaquín Reyes y complementado por personajes brutalmente graciosos como Ernesto Sevilla (Marcial), Carlos Areces (El joven Rappel, El Bonico) y Julián López (Perro Muchacho, El hombre asqueroso) entre otros. A lo largo de los 26 episodios -13 por temporada- que han presentado desde que firmaron por La2, han ido desfilando por sus sketchs numerosos personajes de ámbitos tan diversos como la política, la literatura, la música, la moda, la lucha libre, la aristocracia, la televisión y, por supuesto, el cine. Siempre con un exagerado acento manchego como seña de identidad, Reyes se ha metido en la piel de Sánchez Dragó, Galliano, Alaska, Paris Hilton o Tarantino en la emblemática sección ‘Celebrities’.


Además de los apartados fijos, cada programa cuenta una historia diferente, presentada por una de estas celebridades. En el episodio 4 de la primera temporada, Michael Moore y Paris Hilton forman parte de un jurado popular, parodiando el clásico 12 hombres sin piedad. Tengo la (¿absurda?) teoría de que buena parte de los espectadores, sobre todo los más jóvenes, ni siquiera había oído hablar de esta película anteriormente y, aunque no dudo que muchos se habrán quedado exactamente como estaban, al menos a una parte se le habrá ocurrido indagar un poco al respecto para acabar descubriendo que, ¡coño¡, el cine viejuno no está tan mal después de todo.

Pero el filme de Sidney Lumet no es el único que ha sido homenajeado por los ‘muchachos’, que han ido sembrando su camino de numerosas recreaciones y guiños a joyas del séptimo arte. Mark Hamil (el actor que encarnó a Luke Skywalker en Star Wars) sufrió la misma angustia de Bill Murray en Atrapado en el tiempo; la mansión de Gunilla se convirtió en una prisión para los invitados a su fiesta, como en El ángel exterminador, de Buñuel; Las mujeres de Spielberg y Von Trier se enzarzaron en una ‘reyerta-dogma’ en Ojete St., peculiar barrio que guarda un ‘sospechoso’ parecido con Elm St. de Dogville; el cómico zombie, Frank Coconut, emuló a De Niro/La Motta en su conocido monólogo ante el espejo en Toro salvaje.


Misery, El retrato de Dorian Gray, Pulp Fiction, Mary Poppins y El increíble hombre menguante, por citar otros ejemplos significativos, también tuvieron cabida en este cajón (no tan) de sastre del humor. Un soplo de aire fresco que no nos vendría nada mal para soportar mejor el ambiente caldeado (y a menudo pestilente) del verano. Y fuera de la televisión también.

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