sábado, 12 de enero de 2008

Cómo duele perder...


Si algo aportó al orden social del primer mundo el triunfo del capitalismo es la hiper polarización de los seres humanos, siendo el modelo zenital el llamado 'triunfador'. Su opuesto, es decir, el 'loser' (perdedor/fracasado) se convierte automáticamente en objeto de repudia y burla. Desde aquí les deseo a todos aquellos que se calientan al fuego de la leña del árbol caído que ardan en el infierno de su propia cobardía. Ojalá pronto les toque a ellos estar en la hoguera. Y no como espectadores.
La parte que más me enriquece de mi dedicación al mundo del deporte, aunque sea como jefe de prensa, es precisamente la de sentir en carne propia los golpes de la vida en píldoras de 40 minutos del mal llamado 'tiempo real'. Hoy el Leis ha perdido con un estrépito que yo nunca había tenido que padecer hasta ahora. El Carnicer Torrejón vino a golear y todo le salió bien. Nosotros, los parias de División de Honor (no nos engañemos, todos preferimos en realidad ser cabeza de ratón y no cola de león), sabemos que la puerta hacia la victoria sólo se entreabre esporádicamente, dejando un pequeño resquicio por el que, si Fortuna está juguetona ese día, podemos llegar a colarnos.
Los que formamos parte de este proyecto hace tiempo que nos hemos hecho a la idea de que nos esperaban muchas tardes de sufrimiento. Una plantilla muy justa para competir con los mejores, patrocinadores que pagan tarde y mal (en el mejor de los casos), un respaldo social irregular... Estamos preparados para no ganar, pero ser humillados es algo completamente distinto, algo para lo que nadie puede llegar a estar preparado nunca. Y eso fue lo que pasó esta tarde en el Pabellón Municipal de Pontevedra. Aún después de la bocina final, quedaba el testigo inmóvil de la debacle, el marcador que señalaba el resultado definitivo: 2-13.
Hay verdaderos filósofos en esto del deporte, una lástima que los culturetas consideren indignas o frívolas tales pasiones, no saben lo que se pierden. Nuestro entrenador volvió a dejar una perla digna de análisis en la rueda de prensa: "Si compites con orgullo y das el máximo de lo que tienes, estás ganando más allá del resultado". Se refería a la recuperación anímica de cara al futuro, naturalmente, no al día de hoy. Ser capaz de asumir el fiasco y pensar ya en cómo salir adelante es una virtud que admiro profundamente, mucho más que el éxito en sí mismo.
Escribo para exorcizar mis demonios, para vomitar esta bilis que me quema las entrañas. No siempre es así, pero hoy no tengo el cuerpo para nubes-risas-arco iris-amapolas. Será porque sé que al final de la película (aún queda media temporada) la Bella Durmiente seguirá contando ovejas. Porque el zapato de cristal se habrá roto antes de que Cenicienta pueda probárselo. Porque Garfio rajará a Peter Pan con una navaja de Albacete oxidada. Y porque Shere Khan se comerá a la parrilla las 'criadillas' de Mowgli.
La vida no la escriben los guionistas de Disney. A veces parece más bien obra de García Márquez y si a uno le toca Santiago Nasar en el reparto de personajes, más le vale dejar en orden cuanto antes todos sus asuntos y ponerse guapo para el funeral. Lo terrible es ver a todo el mundo alrededor poniendo cara de 'esto-no-puede-estar-pasando'. Y es que lo único que supera a la imbecilidad en la humanidad es la capacidad para el auto engaño.

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