domingo, 6 de enero de 2008

El pudor del pudor


"Mi abuelo decía que la palabra gastrónomo contiene la palabra astrónomo y así, mis clases de astronomía incluían el uso de especias".
Es una breve cita de la película 'Un toque de canela' (Politiki Kouzina - Tassos Boulmetis, 2003), que sirve al protagonista-narrador de la historia para introducirnos en la particular gnoseología transmitida por su abuelo, quien crea en base a ese juego de palabras todo un sistema de analogías para explicar el universo a través de la cocina.
Pero no es de gastronomía de lo que pretendo hablar (no hoy), sino de las curiosas relaciones entre algunas palabras, de cómo se entrelazan de forma caprichosa o simplemente azarosa hasta desembocar en algo totalmente inesperado, aparentemente disparatado, inconexo o irrelevante, pero que esconde mucho más de lo que muestra.
Hablar de ocultación nos obliga a referirnos al pudor, en tanto antónimo de obscenidad. La Real Academia Española recoge dos acepciones distintas para el término 'pudor':
1. (del latín pudor, -oris) m. Honestidad, modestia, recato.
2. (del latín putor, -oris) m. desus. Mal olor, hedor.
Obviando la advertencia sobre el desuso del segundo significado, uno no puede dejar de preguntarse si tal cercanía entre términos que nos parecen, a priori, en las antípodas el uno del otro, es meramente casual.
La aparente 'inarmonía' entre ambas acepciones esconde, en mi opinión, una pirueta de tintes proféticos, una advertencia sobre la putrefacción que envuelve a la corrección política de todo discurso populista, generalmente (aunque no siempre) hiper prudente, recatado y comedido.
No me refiero únicamente al ámbito político (sorteando la hipótesis de que, al fin y al cabo, todo es política), sino al pragmático arribismo de quienes se sienten arropados por el peso de la mayoría, al feroz empecinamiento de aquellos que se escudan en una mal entendida supremacía de la democracia como vía única hacia la Verdad.
Pondré el punto y aparte (que no final) a esta reflexión del mismo modo que comenzaba, con una cita que cada cual puede interpretar como mejor se ajuste a su moral, sus criterios (quien los tenga, en propiedad o en préstamo, que ya es algo) o su conciencia:
"¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela."
A. Machado.

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