domingo, 6 de enero de 2008

Puta (-ate)


Cuando un profesor normal, de infantería, llega a una clase de tercero de BUP y se encuentra como señal de bienvenida el sucinto mensaje 'puta' (arial cuerpo 300, aproximadamente), tiene dos opciones: montar en cólera u obviar la cuestión con la ayuda del borrador y el silencio.
Pero Carmen no. Ella no se regía por las leyes de Newton (ni en su método pedagógico ni en su post embarazo). La profesora de latín entra en clase, se detiene para leer con atención esas cuatro simples letras, nos mira a nosotros y exclama: "¡Muy bien! ¡Me parece muy bien! A ver, vamos a repasar lo que sabemos. ¿Cómo se enuncian los verbos de la primera conjugación?" -"-o, -as, -are, -avi, -atum". -"Muy bien, y si os digo que en latín el verbo pensar se enuncia puto, -as, -are, ¿alguien puede decirme cómo sería el imperativo en singular de pensar?" -silencio- "Venga, pero si lo tenéis delante de las narices. ¡Puta, claro!
Después de esto decidió que era positivo dejar el mensaje tal y como estaba durante toda la clase y probablemente muchos de mis compañeros pasasen de puntillas sobre una de las mayores lecciones de nuestra vida escolar. Pero yo lo recuerdo como si aún no me hubiese ido a dormir ese día.
Es curioso, pero pocos de mis supuestos educadores consideraron oportuno invitarme a pensar. Me refiero a pensar por mí mismo. Pero claro, ahora que caigo, también es cierto que el método más comunmente utilizado para superar aquello que nos hiere u ofende suele ser precisamente el del profesor de infantería, es decir: a) violencia / b) borrador y silencio. Sucede cada vez que un régimen suplanta a otro en el poder de una nación; cuando una institución comete atrocidades en nombre de una ideología o lo que es peor, de un credo; cuando sorprendemos a nuestra pareja compartiendo fluidos con otro; cuando algo se escapa a nuestro plan preestablecido. Como si la naturaleza entendiese de planes...

No hay comentarios: