miércoles, 28 de mayo de 2008

Curso acelerado de periodismo deportivo


Desde que me incorporé al mercado laboral he desempeñado los trabajos más inadecuados que puedo imaginar. Es cierto que, al menos, he podido ganarme el pan dándole a las teclas –pobre consuelo- pero siempre o casi siempre en el ámbito del periodismo deportivo, probablemente el que peor se adapta a mi manera de ‘procesar’ el mundo. No quiero decir que no lo haya pasado bien (a ratos) ni que no me haya resultado útil todo lo que he vivido, simplemente lamento que cuanto más me involucro en este circo (y lo he hecho ya desde puntos de vista muy diferentes) más marciano me siento.

Lo único que me ha permitido mantener la cordura en momentos complicados de mi vida ha sido una inusitada capacidad para tornar lo trágico en trivial. El poso que han dejado en mí dos lustros de dedicación al ejercicio de la frivolidad es, además de una querencia inquebrantable por el humor negro, un odio exacerbado hacia quienes se empeñan en hacer de su vida (mediocre, generalmente, y supongo que ahí está la clave) un melodrama.

El periodismo deportivo es el paradigma de la ‘culebronización’. Tomando prestada la terminología de Kundera en su más conocida novela, podríamos decir que consiste en hacer creer al público que lo más leve entraña en realidad una enorme gravedad. El problema moral surge (si no lo ha hecho antes) cuando el periodista debe distinguir entre sensacionalismo y mentira.

La tiranía de las cifras

Sin ser patrimonio exclusivo del ámbito deportivo, los números adquieren aquí un peso que, por desmedido, acaba rozando lo absurdo. Pero rozándolo por la parte de fuera, claro. Probablemente la exageración más estúpida –y se da sistemáticamente- es la de la asistencia a los recintos deportivos. En el pabellón Caja Madrid (partido Interviú-Leis) calculé de forma aproximada unos 800 espectadores y casi se me atraganta el kit kat cuando mi homólogo madrileño paseó ante las narices de los periodistas un cartel que indicaba: 2.500 espectadores. Entre el corporativismo y la conciencia elegí el camino del medio y ‘olvidé’ rellenar ese dato.

La estadística es otra de las artimañas de las que nos valemos para seducir al lector, dejando claro en la mayoría de los casos que consideramos a la audiencia totalmente imbécil. Me viene a la memoria una información de cierto periódico tras la victoria del Leis ante el Lobelle en el primer partido de la segunda vuelta (temporada 07-08): “… ha logrado en un encuentro el 75% de los puntos de toda la primera vuelta…”. Siendo este dato indudablemente cierto, ¿no es también igualmente ridículo destacarlo en forma de porcentaje? Afortunadamente, tras los dos siguientes partidos (dos nuevos triunfos), no leí por ninguna parte: “El Leis lleva en la segunda vuelta el 150% (y posteriormente el 225%) de los puntos de la primera”.

Cómo hacer hablar a un mudo (sin recurrir a la Guardia Civil)

Para el lector que desconoce el funcionamiento de la prensa, todos los actores sociales se expresan de forma similar en nuestro idioma, desde un premio Nobel de literatura argentino hasta un futbolista esloveno analfabeto. No sólo limamos casi todas las expresiones vulgares y corregimos cada error gramatical, sino que conseguimos convertir un ‘sí’ o un ‘no’ en diez líneas de perorata. Sin despeinarnos y entre comillas, con un par. Para los no iniciados, ahí va un ejemplo:

Plumilla: Buenas tardes, Jaiminho, ¿cómo has visto al equipo en el partido de ida?

Jaiminho: Bien.

Muy mal, con esta clase de preguntas nos arriesgamos a quedarnos sin texto para rellenar la página (que es lo único verdaderamente relevante) y, lo que es más esencial si cabe, sin titular, salvo que no nos de vergüenza emplear un sucinto “Jaiminho ve bien al equipo”. Aunque en conciencia todos sabemos que poco más hay que contar, debemos ser profesionales y cubrirnos las espaldas con esta técnica básica:

Plumilla: Buenas tardes, Jaiminho. El equipo hoy ha dominado el centro del campo como había dicho el míster en la previa; circulasteis con criterio y creasteis peligro con las incorporaciones por banda. Parece que jugando así no se os puede escapar la eliminatoria, ¿verdad?

Jaiminho: Sí, así es; quedan aún 90 minutos y puede pasar de todo, pero hemos dado un paso muy importante.

Mejor, ¿eh? Pero no acaba ahí la cosa, porque la magia de la prensa puede convertir esta conversación (sin que ello sea considerado delito o tergiversación) en estas interesantes declaraciones:

Jaiminho: “Sabíamos que era importante dominar el centro del campo y lo hemos hecho bien; circulamos con criterio y creamos peligro con las incorporaciones por banda. Jugando así no se nos puede escapar la eliminatoria (ahí tenéis vuestro titular, amigos); hemos dado un paso muy importante, pero debemos ser prudentes porque aún queda el partido de vuelta y no hay nada decidido”.

¿Qué? ¿He oído que alguien se siente estafado? Lo siento mucho, la vida es así, no la he inventado yo.

martes, 27 de mayo de 2008

Cinco nombres tiene mi gato


El próximo 28 de octubre se cumplirá el segundo aniversario de la muerte de mi abuelo materno, Francisco Santos, a quien nadie conocía por ese nombre, sino por ‘Chuco’. Él mismo se encargó en numerosas ocasiones de explicarme que “cinco nombres tiene mi gato: Francisco, Paco, Farruco, Chuco y Pancho (que me disculpe si he alterado el orden en la relación)”. Si alguien objetase que hay aún más variantes (Kiko, por ejemplo), él seguramente habría contraatacado con alguna mofa totalmente fuera de contexto, consciente de lo poco que necesitaba para ganarse el favor del público y, en consecuencia, dar por ganada la batalla.

Lo que realmente le importaba no era la absoluta veracidad del relato, sino el encanto formal del discurso (‘se non è vero, è ben trovato’). De haber nacido en otra época o en otro lugar, estoy seguro de que habría sido un artista; de profesión, quiero decir, pues incluso a despecho de las adversas circunstancias hizo del humor su oficio y su legado imperecedero.

Como Mowgli, creció en una selva: la España de la Guerra Civil y del régimen franquista, así que pronto no le quedó más remedio que buscar sustento para su familia trepando a los pinos. Mientras, los tigres, en lugar de devorar a sus víctimas, optaban por la (nauseabunda) sutileza de los ‘paseos’. Trabajó en la conservera Massó, a la que dedicó la mayor parte de su vida laboral y donde se dejó la salud de unos pulmones a los que no se les dio la oportunidad de elegir el oxígeno en lugar del amoniaco.

En su tiempo libre fue pescador, carpintero, albañil, ingeniero y, sobre todo, compositor. Nada tenían que envidiar sus canciones al arte del que tanto presumen al sur de Despeñaperros, quizá no en técnica, pero sí en gracia (¿y no es ese el objetivo?). En mi familia, casi todos podemos recitar alguna estrofa suya, aunque me atrevo a aventurar que nadie recuerda ninguna composición íntegra. Él las cantaba casi todas justo antes de morir, con más de 80 años en la mochila y varios accidentes cardiovasculares en su historial clínico. Los médicos decían que su cerebro era como un queso de gruyere debido a las lesiones. En ese caso, no hay duda de que su lengua era una trampa para ratones.

“Ni eres rica, ni eres pobre,
Ni eres buena, ni eres mala,
Pero tienes un defecto…”

Es la fórmula que se repite en uno de sus más divertidos ‘romances’. Desde muy pequeño recuerdo ver a mi abuela riendo hasta llorar cuando Chuco, en uno de los momentos de mayor euforia de su ‘espectáculo’, anunciaba el gran momento: “Os voy a enseñar una canción muy bonita, que Luisa siempre se enfada cuando la canto porque cree que es por ella”. Ahí se ganaba la primera colleja de su prójima, lo que no hacía sino espolearlo aún más. Los últimos versos son sencillamente geniales (y espero que las feministas que lean esto tengan en cuenta el contexto antes de poner el grito en el cielo):

“…Pero tienes un defecto,
No me sirves en la cama,
Sólo quieres mi dinero
Y no quieres mi banana”.

Mi abuela, claro está, no se callaba y replicaba: “habrá que ver quién no le sirve a quién en la cama”. Siempre supo ceder a su marido el protagonismo que él necesitaba tanto como respirar, y ello sin renunciar a su propia identidad. Viéndolos juntos me di cuenta de que sólo es posible amar de verdad a quien se admira profundamente. En las miradas cómplices que se dedicaban incluso en los más duros de sus últimos días juntos (sospecho que a ella le gustaría que añadiese el adjetivo ‘terrenales’) encontré más ternura de la que podría soñar en toda mi vida, y ése es un regalo que jamás podré agradecerles como merecen: la fe en el amor incorruptible.

El libro del blog

Cynthia Leirós me ha invitado a participar en este proyecto:

"Las reglas son las siguientes:
1. Cada persona pondrá el nombre de su blog delante de sus frases
2. Enviará la historía a dos personas.
3. Las siguientes personas, al copiar el post, borrarán las direcciones de blog puestas, harán sus dos líneas y se las mandarán a otras dos, así sucesivamente
4. No se puede devolver el post a la persona que te lo envio.
5. Y si te vuelve a tocar, no se la puedes enviar a la misma persona que se la enviaste
6. El blog número 100 terminará la historia y se la mandará al email leinad19xico@hotmail.com.
7. Si tenéis alguna duda ya sábeis donde localizarme.
8. ¡Ah! Última y muy importante regla, la persona a la que aviseis de que es la siguiente, sólo tiene un día para coger el relevo, si en un día no lo ha hecho no vale, y se lo teneis que comunicar y cambiar de blog.
Si esto sale bien, durará un máximo de 100 días y serán unas 1000 frases"

.El responsable de la idea es http://www.melees.blogspot.com/ así que las reclamaciones a él. Os agradecería que siguiérais con la historia, será muy divertida y entretenida.

Este es el blog número 10

El relato:
Era impensable, no me lo podía creer, mi mente daba vueltas una y otra vez y no conseguía ser consciente de lo que había pasado, ya no había vuelta atrás, era todo tan confuso. Miré durante unos instantes el martillo ensangrentado, lo envolví en un paño que encontré en el primer cajón de la cómoda y lo escondí en el fondo del armario. A los tres minutos me encontraba en la calle, necesitaba airearme, pensar...En aquellos momentos mi mente aún no estaba preparada para ello... el aire gélido de la mañana cortaba mi rostro como un cuchillo acerado, aún sentía en mi pecho el ritmo acelerado de mi corazón sobresaltado por los espeluznantes hechos que había, en fracciones de segundo, vivido...Aún no podia explicarme cómo demonios había llegado el martillo hasta mis manos y porqué reaccioné de la forma tan brutal como lo hize... Sólo sé que había acabado todo, que era el fin de mi tortura y el comienzo de una vida mejor. Por primera vez, me senti libre.Habia logrado lo que estaba deseando hace mucho tiempo.

lawarradelosmundos.blogspot.com ¿O realmente yo no lo había deseado nunca? Solamente las circunstancias me habían hecho llegar a aquel extremo en el que me encontraba.

cuentosdeadarkan.blogspot.com No, seguro que detras de todo aquello habia una fuerza misteriosa que me apoyaba. La pregunta era ¿Por que?

La Estirpe de Zarathustra. Sacudí la cabeza.. No me debía engañar por mas tiempo, no, yo yá se mi verdad, pero al estar dormitando tantos segundos de mi vida me vá a costar desperezarla.Mil mundos de fantasía. Tal vez, la bruja de mi suegra no merecía brecha de tales dimensiones en su cráneo. Sin embargo, por una vez, creía haber hecho lo correcto.

Mi reino y su fauna Por otra parte si yo no la hubiese atacado a ella quizás ahora sería yo la victima. Porqué a decir verdad la relación con mi suegra siempre había sido de amor-odio.

Soñadora Empedernida Pero ya habia pasado todo y no era hora de pensar en "si hubiera sido de otra forma". Ahora tenia que esplicarle a mi pequeña hija Andrea que ya no veria mas a su malvada y querida abuelita.

La mami. La pequeña no iba a entender nada, era igual de malvada que ella, pero claro a la niña... no merecia ser eliminada, al fin y al cabo habia heredado sus genes, en todo caso... a ellos habia que eliminarlos...

Eclipse de luna Todo me daba vueltas en la cabeza, quería despertar de este sueño, pero desgraciadamente el cuerpo ensangrentado me recordaba la triste realidad.., debía de empezar a actuar ya, lo primero comunicárselo a Andrea...

Javi nos cuenta: entré en su habitación. Para mi sorpresa, Andrea no estaba en la cama, estaba en un rincón de su cuarto, sentada, acurrucada contra la pared, abrazándose a si mísma. Lloraba. "Dios mío!", pensé. La niña nos había oído discutir. Las manchas de sangre en mi camisa no ayudaron precisamente, la pequeña se asustó todavía más. Aquella fue la noche en que pasé de ser para mi hija de ídolo a monstruo, de ángel a demonio. "Dios mío!", pensé otra vez.

Tras el objetivo: Sus ojos me miraron, y me acusaron con su arma más potente, el silencio. Cuatro segundos de forzados intentos por olvidar aquello, y un segundo de desconcierto. La realidad se arrimó a su conciencia, y mi niña dejó de llorar. Dejé que mi voz se disculpase por mí, con un ligero "lo siento"... pero era tarde para sentirlo.
Me agaché junto a ella y abracé su resistencia.

Teleología de lo aleatorio: ¿Por qué no había tenido más precaución para abordarla? ¿Acaso no podía intuir perfectamente cuál sería la reacción de una inocente chiquilla ante el horror más inimaginable? Definitivamente, no estaba disculpándome, sino buscando su complicidad. De algún modo, con aquel abrazo, con aquel "lo siento" intentaba compartir la carga del crimen. No era la culpa lo que me movía, sino el instinto de supervivencia.

Enviado a U.B. y a Agurdion

miércoles, 21 de mayo de 2008

Pequeño catálogo de seres impertinentes

Tengo la capacidad de ver el futuro. Para ser exacto, no todo el futuro, sólo una parte, concretamente la que concierne a mi personalidad. Sólo tengo una duda, no sé si seré un anciano gruñón entrañable o un anciano gruñón hijo de puta. Supongo que será proporcional al número de divorcios.

De momento, hay situaciones en las que me vislumbro a mí mismo dentro de 40 años en plan “échale más agua a esa masa” o “¡¿dónde te dieron el carnet, gilipollas?!”. Es como un ‘flashforward’ de mi vida, un trance que me sobreviene cuando me encuentro con -entre otros- alguno de estos irritantes personajes:

-Los gurús de la moda que diferencian entre ‘amarillo limón’ y ‘aguacate iluminado’.

-Los tertulianos en general y los malabaristas del eufemismo gratuito en particular.

-La gente que, llevando paraguas, se ancla bajo las cornisas cuando llueve.

-Los conductores que no se detienen en un paso de cebra (sobre todo cuando hay peatones esperando bajo la lluvia).

-Los galleguistas que dicen 'servizo', 'incríbel' y 'vogal'.

-Los que se cuelan disimuladamente (eso creen ellos) en la cola del supermercado, casi siempre mayores de 50 y estoy por apostar que jubilados o desocupados: “Esta juventud ya no tiene respeto”. Tócate los cojones.

-Los novios que preguntan de forma recurrente: “¿En qué piensas?”.

-Los ‘compañeros de sábanas’ cuya primera frase post coital es: “¿Te ha gustado?”.

-Las voces electrónicas: “Su tabaco, gracias”; “el número marcado no está disponible en este momento”; “ha elegido felación con eyaculación facial (todo se andará…)”.

-Los 'listos' que siempre tienen preparado un "te lo dije" para 'animarnos' cuando la cagamos.

-Los maniáticos y los que hacen listas inútiles.

Madres o la ternura como fuerza coercitiva


-¿De qué quieres el bocadillo?
-No sé, depende, ¿qué hay?
-Tienes chorizo, queso, pechuga de pavo… ah, y hay también jamón del que nos trajo el vecino cuando volvió de Salamanca.
-Mmm, creo que prefiero pavo y queso.
-Queso queda muy poco, no sé si te dará.
-Bueno, pues pavo solo.
-Pero el jamón está muy bueno, ¿no quieres probarlo?
-Mejor en otro momento.
-En otro momento a lo mejor ya no hay, ya sabes como es tu padre.
-Pues da igual, si no queda cuando me apetezca me voy al súper y compro más.
-Ya, pero no es lo mismo, éste es de casa y está muy bueno.
-Vale, probaré el (puto) jamón.
-Pero puedes hacer lo que quieras, que lo dices como si te estuviera obligando.

lunes, 19 de mayo de 2008

"Gracias por tu franqueza"

viernes, 16 de mayo de 2008

DO THE EVOLUTION - Pearl Jam

jueves, 15 de mayo de 2008

Sexo (2): Inercia, miedo, pulsión y culpa


Inercia
Manuel no cree estar enamorado de Lucía, pero ha terminado por convencerse de que se trata de un matiz baladí y, por tanto, jamás será un motivo de suficiente peso como para decantar la balanza a favor de la ruptura definitiva. Tampoco es que en el platillo de la continuidad haya razones demasiado sólidas, pero no hace falta ser físico/psicólogo/sociólogo para entender que la inercia es la fuerza más ‘adhesiva’ del universo, y también la que provoca los accidentes más letales (la DGT no puede estar más de acuerdo).

El caso de Manuel guarda ciertas similitudes con un tipo de personalidad que una vez oí definir como ‘hombre-mono’. Este espécimen jamás suelta una rama mientras no tenga otra a la que aferrarse. Aunque parece que sus cimientos pueden venirse abajo en cualquier momento, el paso del tiempo acaba confirmando que, mientras los hombres ‘de infantería’ tropiezan y caen (y a veces se quedan rezagados o heridos en el camino), los hombres-mono resisten aplicando un conocido precepto conservador: cambiar un pequeño detalle para que en el fondo nada cambie.

¿Es Manuel un hombre-mono? Comprobémoslo. En más de una ocasión ha decidido abandonar la seguridad del refugio, si bien sus pasos jamás han ido suficientemente lejos para perderlo de vista. Cuando se piensa en la inercia (nos centraremos en el ámbito mecánico) a menudo se obvia que esta propiedad de la materia interviene en un doble sentido: un sistema en movimiento opone resistencia a pasar al estado estático, pero también aquel que está en reposo se resiste a empezar a moverse. El simple hecho de forzar la ruptura podría ser considerado, por tanto, un desafío a la inercia, ¿pero se trata de un acto de rebeldía o simplemente de cambiar algo para que nada cambie?

Miedo
Quizá uno de los temores más claramente consustanciales al ser humano sea la soledad. Habrá quien viva preso del pánico consciente de la dificultad de contrarrestar la soledad existencial, pero afortunadamente los nuevos planes de enseñanza han previsto este peligro y lo han atajado cortando por lo sano, es decir, evitando que los proletarios del futuro oigan hablar en su vida del existencialismo y todas esas (peligrosas) chorradas de masones.

Manuel parece tener ante sí un amplio abanico de oportunidades vitales, pero en el fondo es consciente de que nada le garantiza que todos los posibles caminos que se le presentan no le vayan a conducir a la misma espiral de frustración en la que se encuentra inmerso. El miedo se destapa como el más fiel aliado de la inercia y el paso siguiente no puede ser otro que la aceptación de su sino, luego no puede (y desde luego no quiere) hallar más camino que el que marca la inercia.

Pulsión
Todo lo anterior podría dar la sensación de que nos encontramos ante un sistema que se autoafirma constantemente. Se explica y se justifica en sí mismo, de manera circular. Pero la observación nos dice que hay fisuras, más allá de los pequeños cambios intrascendentes. No lo sabemos porque Manuel tenga por hábito la crítica feroz hacia Lucía, tanto en confrontación directa como ante terceros; ello no es más que un síntoma del problema de fondo: la frustración. ¿Falta de comunicación, respeto, empatía…? No, es mucho más sencillo (y complicado a la vez) que todo ello: ausencia de orgasmos.

Aunque Manuel haya optado por la resignación, miles de años de evolución no pueden refrenarse con estrategias tan poco elaboradas. Naturalmente sucumbe al deseo e intuye que su sexualidad encierra un enorme potencial, por lo que necesita periódicamente una válvula de escape para aliviar la presión. ¿Así que las rupturas no son más que subterfugios para dar rienda suelta a las pulsiones lejos del yugo de la fidelidad (auto)impuesta? Calma, calma, no nos lancemos precipitadamente a extender nuestros índices acusadores-reprobadores.

Culpa
Cuando Manuel rompe con su novia recurre a Ana, una antigua ex y compañera de facultad que, a diferencia de Lucía, sabe exactamente qué resortes tocar (es decir, fundamentalmente cómo tocarlos) para llevar a cualquier hombre al ‘séptimo cielo’ (lo cual debe de ser increíble, porque ni siquiera los mormones pasan de tres). Reflexiones místicas aparte, y aunque el mismo trance de Santa Teresa haya dejado el terreno abonado para este tipo de analogías, debo volver sobre mis pasos para llamar la atención sobre un nuevo vector que empuja el platillo en sentido favorable al regreso a la madriguera.

Aunque Lucía es consciente de su incapacidad para satisfacer sexualmente a Manuel y ha optado por una actitud ‘liberalista’ al respecto (‘laissez faire’ y que el mercado se autorregule), él se siente atenazado por la culpa y ello lo inhibe, lo asfixia y lo incapacita. ¿Pero hasta qué punto? Repasemos una frase clave del párrafo anterior: “intuye que su sexualidad encierra un enorme potencial”. La culpa se presenta como el muro entre la intuición y la constatación; la inercia tiene en ella uno de sus más poderosos aliados.

Se trata de otro caso de retroalimentación. Manuel vive frustrado con Lucía e intenta evadir la culpa con rupturas-atajo, pero la estratagema no surte efecto y los remordimientos impiden que desarrolle plenamente su sexualidad con Ana. Ello incrementa su frustración y, ¿cómo no? su culpa, ya que admira, respeta y aprecia a su amante ocasional (quizá el amor no quede demasiado lejos, pero jamás lo sabrá) y se reprocha a sí mismo hacerle pasar el mal trago de la impotencia. Resignado, se pliega ante su sino y abraza la infelicidad.

lunes, 12 de mayo de 2008

Invierno, otoño, verano, primavera...


-¿Cómo? ¿Qué es eso de que estás enamorada de otro? ¡Y me lo dices así, sin más! ¿Cómo se supone que tengo que reaccionar?

-Lo siento, de veras, lo último que quiero es hacerte daño. Soy una mala persona, una persona horrible. Comprendo que me odies, yo misma me doy asco.

-¿Odiarte? ¿Es que no te das cuenta de que no podría odiarte jamás? Te quiero, y eso no puede cambiar de la noche a la mañana.

-Tú mereces a alguien mejor, alguien que te valore y te corresponda. Esto es lo mejor para ti, ya lo verás.



-Creo que no me he explicado bien. No quería decir que estés gordo, pero tú también debes haberte dado cuenta de que no estás tan en forma como antes.

-Joder, claro, ya lo sé. Estoy muy ocupado últimamente, no tengo tiempo para ir al gimnasio. Pero si ya no te atraigo no hace falta que te andes con rodeos, ya sé que esas cosas pasan, dímelo claramente, ¿quieres?

-Oooh, cariño, no digas eso, por favor. Claro que me gustas, no tiene nada que ver contigo, soy yo y este estúpido otoño; ojalá se pase cuanto antes. No me odies, por favor. Te quiero tanto…

-No llores, anda. Perdóname por ser tan brusco, mi amor.



-Esto no está bien, y lo sabes. A ti no te gustaría que te hiciesen algo así, ¿verdad? No importa si se lo merecen o no, simplemente no está bien.

-¿Quieres hacerme creer que no me deseas? Vamos, sabes perfectamente como va a acabar esta noche. Es como una especie de imperativo hormonal.

-Me gusta pensar que tengo algo más de autocontrol que un perro, que yo domino a mis impulsos, no ellos a mí.

-¿Y ese bulto? ¿Estás seguro de que sabes quién domina a quién?



-No, en serio, me encanta ese poema; es tan profundo, tan… desgarrador.

-Ya, ¿tú crees? No sé, yo lo encuentro mediocre, falto de inspiración. Estuvo durante un tiempo en la papelera de reciclaje, sabes; faltó muy poco para que me deshiciese de él definitivamente.

-Creo que el problema es que eres demasiado autocrítico. Debes aprender a valorarte más.

-Sí, tal vez, pero si no lo soy yo, ¿quién va a ser autocrítico conmigo?

*Imagen: 'Sansón y Dalila'. - Rubéns

lunes, 5 de mayo de 2008

Miedo y asco en Compostela


Dos horas sobre la medianoche en Santiago. La luz de la luna se derrama sobre la catedral. Una pareja atraviesa el Obradoiro mientras la lluvia concede a regañadientes una tregua. Se detienen y se besan, tiernamente primero, hasta que la pasión se abre paso entre sístole y diástole.
-Vamos, tengo tantas ganas de estar desnuda contigo entre las sábanas…
Los ojos de la joven centellean y una sombra corta como una flecha el reflejo de la luz en sus pupilas.
-¿Qué ha sido eso? –pregunta él- ¿No lo has visto?
-¿El que? Yo no he visto nada. Habrá sido un pájaro… ¡o a lo mejor ha tomado vida una de las gárgolas del hostal y viene a por nosotros!
-Eres tontísima – le dice él, y comienza a hacerle cosquillas obligándola a encogerse buscando protección en el suelo. –Anda, ven, levántate, que te vas a empapar- …- sí, ya paro.
Pasan junto a la entrada principal de la facultad de Medicina y se sobresaltan cuando explotan simultáneamente todas las bombillas de la calle.
-Joder, ¿qué coño?...

El hombre quiere hablar, quiere saber qué está pasando, pero las palabras se le quedan atrapadas en la garganta al ver bajar de los tejados a una horda de seres que se confunde con la oscuridad.
-¡Oh, dios mío, son los tunos ninja! ¡Estamos perdidos!
-Lleváosla, es a ella a quien queréis, dejadme vivir, por fav...
Pero antes de que pudiera terminar la súplica dos de los enmascarados lo habían reducido y amordazado. Iban a forzarlo a verlo todo hasta el final. Entre tanto, cinco de los tunos, armados con bandurrias, comenzaban con los primeros acordes de ‘La Adelita’.

De pronto un ruido atronador se acerca desde todas las direcciones. Los motoristas igualan en números a los tunos, que cesan su canto. En la calle sólo se escucha el rugir de los motores y los tubos de escape.
-Vaya, vaya, vaya, si son los metal kings. ¿Por qué no os hacéis un favor y os volvéis por donde habéis venido? ¡No sois nada sin vuestros amplificadores, jodidos nidos de piojos! –exclama desafiante el tuno supremo.

Uno de los motoristas alza el puño al cielo y las máquinas callan súbitamente en señal de respeto. Se baja de la moto y avanza hacia su enemigo, se quita la pañoleta y su larga cabellera ondea agitada por el viento. Arroja el cigarrillo al suelo, lo pisa, alza la vista…
-Si queréis guerra, tendréis guerra, aprendices de mariachi. ¡¡¡Metaaaaaaaaaaaaaaaaaal!!!
Los bajos y los laúdes se baten en un duelo frenético mientras las baterías poco a poco van imponiéndose a las panderetas, pero de pronto la situación da un giro inesperado. La voz del tuno supremo se eleva hasta el cielo cantando a pleno pulmón:
“Triste y sola
Sola se queda Fonseca
Triste y llorosa
Queda la Universidad.
Y los libros
Y los libros empeñados
En el monte
En el Monte de Piedad”.

El conjuro estaba hecho. Las nubes se abren y una luz cegadora inunda el campo de batalla. Los espíritus de ‘El Güero’ Gil, ‘Chucho’ Navarro y Hernando Avilés se muestran majestuosos con sus guitarras sobre una alfombra de clavelitos.
-¡¡Mierda, son Los Panchos originales!! ¡¡Buscad corriente para los amplis, deprisa!!
Pero antes de que los metal kings puedan reaccionar el fantasmagórico trío desata sus voces:
“Ese lunar que tienes,
cielito lindo
junto a la boca;
no se lo des a nadie
cielito lindo,
que a mí me toca”.

Los heavys tratan de taparse los oídos para evitar escuchar la melodía, pero poco a poco van cediendo entre convulsiones y espasmos. La espuma brota de sus bocas y caen fulminados sobre los claveles. Todo parece perdido, pero un rayo parte el cielo y cae sobre una de las motos, haciéndola saltar por los aires. Las llamas alcanzan a las demás y una cortina de humo pronto lo envuelve todo. De la oscuridad surgen tres figuras espectrales: la guitarra de Jimmy Hendrix gime excitada, Janis Joplin y Jim Morrison cantan a dos voces:
“There is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
And it's been the ruin of
many a young poor boy
And, God, I know I'm one”.

Las cabezas de los tunos estallan como sandías en un horno industrial y Los Panchos se pliegan sobre sí mismos hasta perderse en el infinito. Hendrix guiña un ojo al líder de los metal kings. El rock ha ganado. Sólo quedan en pie la pareja y el motero, que los mira con indiferencia. Él trata de abrazar a su chica, pero ella lo rechaza con una bofetada.
-¡Así que “llévatela a ella”, eh, hijo de la gran puta!
La chica echa a correr hacia el heavy y se abraza a su enorme torso. Él la rodea con un brazo y silba. Desde el Obradoiro llega al galope una Harley XR750.
-¿Quieres montar, preciosa?
-Llevo deseándolo toda la noche.

viernes, 2 de mayo de 2008

Matrioskas


-¿Qué haces? ¿Otra vez pegado a la Play?
-Es que estoy enganchadísimo al Real Life.
-¿Y eso de qué va?
-Es rollo sims, ya sabes, creas un personaje y lo haces interactuar con otros. Es completísimo, tiene un montón de opciones.
-Ya, y tú eres una stripper bollera, no me digas más…
-Que va, más o menos he tratado de crear un personaje con mis mismos rasgos y aptitudes. Bueno, con menos kilos y más centímetros, pero tú ya me entiendes.
-Vaya, y sorpréndeme, ¿qué increíbles aventuras estás viviendo con tu alter ego virtual?
-Pues ahora mismo está en casa, reponiendo puntos de fatiga y jugando a la Play…